La fiesta de La Visitación es la celebración de un encuentro de embarazadas. Dicho así tiene poco de especial y es casi un acontecimiento doméstico sin mayor relieve. No obstante se trata de un relato evangélico de hace dos mil años donde el protagonismo lo llevan mujeres, lo cual ya es importante para la época. Es también la conversación más larga de dos féminas en el Nuevo Testamento. Veamos: María, una joven judía en estado de buena esperanza, se encamina a visitar a su prima Isabel que se encuentra en igual estado. Por su circunstancia física y económica, así como por el corto trayecto, unos 6 kilómetros, es del todo probable que el trayecto lo hiciera en burro. En llegando a la casa de su prima, el niño de Isabel "saltó de gozo en su seno", según cuenta el evangelista; esto es, el Wifi de Dios entró en acción, diríamos hoy. Entre tanto, las primas se dijeron piropos mutuos pero María fue más lejos regalándolos al cielo con el célebre "Magníficat":

"Proclama mi alma la grandeza del Señor; se alegra mi espíritu en Dios mi salvador..." La alegre oración de la moza gestante es un canto de confianza en quien siempre está dispuesto a cambiar las cosas, para bien, a los humildes. En el cristianismo se ha transmitido como la oración más importante después del Padre Nuestro, junto con el Ave María, de ahí que permanezca hasta hoy en el rezo de vísperas de La Liturgia de las Horas. También permanece en el arte musical, pictórico, escultórico, arquitectónico (Iglesia románica de la Visitación de Bercianos de Vidriales) y popular: Fiestas de Fuentesaúco. Tocante al primero tenemos el "Magníficat" de Bach, una de las composiciones más interpretadas del genial músico alemán que logró hacer del tema una grandiosa obra vocal e instrumental siendo así que el autor profesaba la confesión luterana y es sabida la reticencia al culto mariano en el protestantismo. Se haría interminable la lista de compositores que pusieron música a esta plegaria, sin contar las piezas del tema que hubieron de hacer los Maestros de Capilla de catedrales y monasterios. Con este ingente archivo musical podemos decir que María, cual concertino de Dios, no hizo más que dar la primera nota de un poema sinfónico que resuena hasta hoy.

Si de pintura hablamos, en El Prado estamos; y en concreto en la galería de pintura italiana donde un lienzo de Rafael y dos de sus discípulos dibujan el encuentro de María y su prima con visible muestra de sus embarazos y con un fondo de paisaje cuya belleza quiere ser una réplica vegetal de la fecundidad de ambas mujeres.

En el retablo del altar mayor de la iglesia de Villarrín de Campos un autor anónimo, de estilo hispano flamenco, pinta la misma escena sobre tabla, esta vez con la presencia de un hombre, Zacarías, padre de Juan el bautista: el niño que salta en el vientre de su madre cuando la de Jesús entra por la puerta. Dicho retablo es una pequeña visita guiada por la vida de María y su Hijo llena de color y genuina belleza.

Acabamos las menciones artísticas a la Visitación con otra pintura, en este caso con especial enfoque en el Magníficat. Se trata de un "tondo" (pintura en formato redondo) de Botticelli donde el pintor se toma una o dos licencias artísticas, esto es, la Virgen María escribiendo de puño y letra el himno de alabanza, rodeada de jóvenes que son los hijos del donante. Aquí bien parece que es María quien recibe la visita mientras escribe, o intenta escribir, con su Niño en brazos, por lo que uno de los presentes le sostiene el tintero para que Ella deje plasmada en bella caligrafía la letra de la canción "viral" que venimos comentando.

En fiestas como ésta, que nos acercan a tantas obras de arte excelso, no puede uno por menos de escribir su pequeño Magníficat. Tal ha sido mi intento.