Aunque ya sabíamos que nadie es santo en vida, los intereses sectarios, personales y sobre todo económicos de determinados medios de comunicación, han tratado de condicionarlos comportamientos electorales de los militantes socialistas, con artículos y editorialesenmascarados,objetivos bastardos y espurios. Lo hemos vuelto a comprobar enel recientedebate originado en nuestro país, con ocasión de las Primarias para la elección democrática del secretario general del Partido Socialista.

Viene a cuento esta reflexión al constatar, una vez más, que las predicciones catastrofistas que algunos manifestaron no se han cumplido. Los resultados tienn un especial mérito si sumamos lo que es una opinión compartida: que los ciudadanos no se equivocan cuando votan; y que por lotanto, el mismo valor hay que darles a los militantes socialistas cuando eligen a su Secretario General.

Algunos de estos medios y determinados personajes, que están en la mente de todos, no se resignan a admitir que el Partido Socialista es una sociedad de mujeres y hombres libres y que por lo tanto no responden a consignas, ni a intereses "nonsancto". Por el contrario lo que ha demostrado el Partido Socialista es que es un partido serio, capaz y maduro con disposición y capacidad de gobernar nuestro país, como lo viene haciendo desde la Transición, en la mayor parte de las Comunidades de España y en miles de Ayuntamientos.

Las elecciones primarias para elegir al Secretario General se han producido con total normalidad y como se sabe, Pedro Sánchez ha resultado apoyado por la mayoría absoluta (más del 50%) de los afiliados, habiendo participado más del 80% de los militantes. Es decir unos resultados inapelables en sí mismos con algún plus añadido, si se tiene en cuenta que a las lógicas dificultades de la confrontación democrática con otra compañera y otro compañero, a los que quiero agradecer su participación, Susana Díaz y Patxi López, también ha tenido que superar el comportamiento poco equidistantede la dirección provisional (la Gestora).Y los pronunciamientos impropios (aunque legítimos) de una buena parte de los llamados barones y líderes regionales, poco atentos al análisis y menos al diagnóstico.

Han sido todos los militantes- con independencia de la orientación de su voto, quienes han hecho posible que ganara Pedro Sánchez y con él el Partido Socialista Obrero Español; los que han demostrado públicamente la voluntad inequívoca y el compromiso firme hacia la recuperación en la confianza que los españoles durante muchos años, depositaronen el Partido Socialista.Con estas elecciones limpias y públicas, se continua ese compromiso, aunque para ello haya sido necesarioefectuar, si se me permite, un cierto "estriptis". Ha valido la pena al comprobar que la situación orgánicamente está más sosegado, y que en España, cuando escribo este artículo, "ni ha subido el pan, ni ha bajado la bolsa".

Con la celebración de las Primarias y la convocatoria del 39º Congreso Federal los próximos días 17 y 18 del próximo mes de junio, se culmina un largo proceso de debate interno en el Partido Socialista, no exento de confrontación en algunos casos desmesurada. Seguramente esta situación por la que ha atravesado el PSOE, no es muy diferente de la que están pasando los partidos socialistas en Europa, como en Francia, Alemania, Italia, Reino Unido, Holanda y no digamos Grecia. Por lo que hay que declarar y desmentir, como algunos afirman, que este escenario de dificultades en España haya surgido con el liderazgo de Pedro Sánchez, ni tampococon la perdida de las últimas elecciones legislativas.

Habría que remontarse a situaciones anteriores y con otros líderes políticos y responsables gubernamentales que seguramente no estuvieronbastante atentos, ni advirtieron la realidad que se nos venía encima conla nueva situación económica que probablemente no reconocieron a tiempo, y por lo tanto no tomaron las medidas adecuadas.

Tampoco advirtieron la importancia y trascendencia de la aparición de nuevas formaciones políticas, desde el populismo, hasta el fascismo ya instalado en Europa y también en nuestro país. Las consecuencias inevitables, ya las conocemos, y seguramente han venido para quedarse algún tiempo, hasta que vuelva la normalidad democrática.

Mi opinión personal sobre esta situación no se compadece, como algunos proclaman, del fracaso de la socialdemocracia. Más bien creo en la ausencia e imprevisión de una puesta a punto de los partidos y de la propia Internacional Socialista, que no han estado atentos a los grandes movimientos sociales que se están produciendo en el mundo, sin la urgente reacción, adoptando la necesaria renovación de sus programas adaptados a los nuevos tiempos. Pero ese es otro problema.