N adie pone en duda que Pedro Sánchez ha arrollado a Susana Díaz en las primarias del Psoe, como tampoco nadie duda que las primarias dejan a un Psoe roto que Sánchez deberá unificar. Otra cosa es que sea capaz de hacerlo. Este señor suele ir por libre y a la contra de todo. Ojalá que su victoria ayude al Psoe a superar la crisis que sufre.

Sabido es que Pedro Sánchez, de una ambición política y personal desmedida, quiere marcar un perfil de oposición duro en extremo. Tiene enfilados a Rajoy y al Partido Popular, que son una constante en su manido discurso y, además de exigir la comparecencia urgente de Rajoy ante el Pleno del Congreso, exigirá, porque Sánchez no pide, Sánchez exige, la dimisión del presidente del Gobierno. Lejos de buscar la estabilidad, Sánchez pondrá todas las piedrecitas posibles en el engranaje para, precisamente, lo contrario, desestabilizar, convocar otras elecciones, ¿y van??, y de esa forma tratar de superar el techo bajísimo que consiguió en las dos convocatorias anteriores y ocupar de una vez el sitio que cree firmemente le corresponde en La Moncloa, siempre con la inestimable ayuda de Podemos que, hasta la fecha, no ha hecho otra cosa que tomarle el pelo.

Tiene ante sí diez retos que él mismo se ha planteado, en el que esas bases enardecidas, la militancia que le ha arropado hasta darle la victoria por encima de Patxi y Susana, jugarán un importante papel. Como si sólo el Psoe tuviera militancia, como si solo la militancia del Partido Socialista tuviera carta de naturaleza, frente a las militancias de otros partidos. Bastante complacientes son que han soportado a un candidato a presidente del Gobierno perdedor y, así y todo, han seguido demostrándole su apoyo y confianza. Chapó.

Pedro Sánchez quiere hacer muchas cosas en esta nueva etapa que la militancia le brinda enardecida. Quiere hacer y cambiar tantas cosas que no sé yo si va a tener tiempo. Lo mismo, igual que plantea regulaciones y reformas a tutiplén, planea días de 48 horas para que la cosa le dé de sí. Para no variar, para que no le digan que el éxito se le ha subido a la cabeza, Sánchez se mantiene firme en su cansino 'no es no' y aprovecha la coyuntura para quitar poder a las federaciones con el fin de mandar él solito que para eso se sobra y se basta. En definitiva, lo que propone este señor, al que se le llena la boca de democracia, transparencia y estados federales, es una dictadura centralizada, eso sí, muy democrática, al más puro estilo soviético. Sus constantes bandazos hacen temer lo peor.