Ya no hay nada o casi nada que pertenezca al terreno de la más estricta intimidad. Tanto exponer la vida privada y la imagen en las redes sociales conlleva que se pierda la más que necesaria privacidad que todos necesitamos, a la que todos tenemos derecho hasta que motu proprio decidimos exponernos y perder lo poco que es en verdad nuestro.

El cine nos ha mostrado en infinidad de ocasiones, como un vecino es capaz de instalar un sofisticado sistema de espionaje mediante cámaras, que le llevan a penetrar en nuestros hogares vía monitor de televisión. El "voyeurismo" está a la orden del día. Si se conocen casos de "voyeurismo" hay que denunciar de inmediato. No se puede dejar pasar, porque estos asuntos suelen ir a más.

No estamos libres, sobre todo si de mujeres y de un lugar público se trata, de ser espiadas. Suele ocurrir en el lugar favorito de gentuza semejante: el baño. En un bar de la localidad navarra de Tafalla, trabajaba, creo que en tiempo pasado, un camarero de 36 años que no tenía mejor pito que tocar que captar imágenes de las clientas en el cuarto de baño, tras colocar varias cámaras que camufló en un falso enchufe. Qué habilidoso.

Las cámaras enfocaban directamente al inodoro. ¿Qué significa eso? Pues que esa situación le permitía obtener imágenes nítidas de las partes más íntimas de clientas y trabajadoras de todas las edades, incluso en alguna ocasión de algún hombre que, lo mismo, también le ponía. El tal camarero grabó a 326 mujeres que hicieron uso del cuarto de baño y almacenó las imágenes en distintas carpetas del ordenador del establecimiento. Posiblemente no las haya difundido, pero vaya usted a saber. Cuando estos tipos así se ponen en situación son capaces de cualquier cosa.

No me extraña que la Fiscalía haya pedido para el andoba 333 años de cárcel. Un porrón de años que luego se quedan en nada. Lo curioso es que un asesinato o un crimen, lleven aparejado menos tiempo que un acto de "voyeurismo". Indudablemente no es lo mismo. Aunque el susodicho le ha robado lo más íntimo a trescientas y pico mujeres. A un año por mujer observada y grabada, la cosa queda en esa cifra que puede parecer escandalosa pero que en realidad no lo es tanto. Un año por cada una de sus víctimas. Porque las mujeres grabadas por semejante tipejo son víctimas, no hay que olvidarlo.

La Policía ha identificado a 130 de estas mujeres, 22 de ellas menores. Este tío no tiene perdón de Dios. No me extraña que cada vez se entre con más recelo en baños públicos, por lo que pueda pasar. Nunca se sabe si en el establecimiento hay algún desaprensivo que pone en peligro ese momento que, encima, de hermoso no tiene nada. Porque a un desnudo se le puede sacar partido, sobre todo si es consentido, pero al acto de miccionar, francamente, no le veo el gusto por ningún lado.

Ciento veinte mujeres han presentado denuncia. A ver si el juez se aplica o termina diciendo alguna impertinencia. No sería el primero. Afortunadamente ciertas percepciones están cambiando. Al camarero mirón también se le exige una indemnización de 176.000 euros para las víctimas. A ello yo añadiría que a la salida de la cárcel preste servicios a la comunidad limpiando las letrinas públicas de todo Tafalla y del resto de Navarra con un cartelito en el pectoral que lo identifique.