Me ha conmovido la muerte de Germán Yanke, al que tuve la suerte de conocer en el año 2006, cuando dirigía y presentaba "Diario de la noche" en "Telemadrid". Me llamó para opinar durante unos pocos minutos sobre las actividades guerrilleras en el norte de Uganda del sanguinario visionario Joseph Kony. Es probable que le diera mi nombre su amigo Federico Jiménez Losantos, que me había hecho varias entrevistas en "La Cope" sobre temas africanos de actualidad.

Cuando acabó mi intervención en su telediario, Germán Yanke me dijo que deseaba hablar conmigo. Me dijo: "Quiero contar contigo para analizar acontecimientos relevantes en África. Si aceptas, te firmaremos un contrato". Acepté encantado. Saludé por allí a Pablo Sebastián, que presentaba la sección "Revista de prensa", un resumen de las noticias más destacadas en los periódicos del día siguiente, y a Antonio Martín Beaumont, que solía participar en el telediario para analizar asuntos de política nacional.

Participé poco, porque Yanke dimitió pocas semanas después, al negarse a aceptar la exigencia de Esperanza Aguirre, entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, de prescindir de la colaboración de Pablo Sebastián. La verdad es que a Pablo Sebastián se le pagaba un dineral por su colaboración: 6.000 euros al mes.

No voy a descubrir la profesionalidad periodística de Germán Yanke, ni su compromiso con la dignificación de una profesión tan vapuleada como la periodística. Su insobornable independencia da fe de ello. Sí quiero resaltar su ecuanimidad en la información, que siempre me pareció muy en línea con el periodismo anglosajón, en el que está muy clara la separación entre información y opinión. Puede ser que la objetividad periodística sea imposible de alcanzar, pero no la honestidad informativa, que nos aproxima más a la imparcialidad.

Con Germán Yanke desaparece un gran profesional del periodismo. Según sus amigos y compañeros de profesión, esta cualidad emanaba de su propia bondad personal. Supongo que también y sobre todo de su compromiso con la verdad y con la decencia. Mi relación con él fue muy corta, debido a las intromisiones de los políticos en el quehacer periodístico. Me quedo con su imagen de informador honesto, libre y ecuánime.