Hay que ser ingenuo, por calificarlo de alguna manera, para hacer lo que ha hecho Pablo Iglesias, el de Podemos: escribirle al presidente de la Comisión Gestora del PSOE que forzó el apoyo a la investidura de Rajoy con la abstención de su partido, pidiéndole que los socialistas estén a su lado en la moción de censura al Gobierno que continúan pretendiendo. Porque, realmente, es que le daba ya hecha la respuesta, pues Podemos tuvo la ocasión de llevar a cabo el cambio de Gobierno que propugnaba la sociedad español, solo con haber votado con PSOE y Ciudadanos, o haberse abstenido incluso, y no lo hizo entonces, cuando la investidura de Sánchez, propiciando el continuismo con una postura absurda e irracional que ahora intenta enmendar con una pantomima destinada al fracaso total.

Mucho cachondeo ha habido en las redes y en los medios con la respuesta del presidente de la Gestora, el asturiano Javier Fernández, que es también presidente de su comunidad autónoma. Porque la misiva en cuestión, poco mas de cuatro párrafos, contenía nada menos que 26 faltas de ortografía según se ha contabilizado detenidamente. Y con mala uva, desde luego, pues algunas faltas no pueden ser consideradas tales, aunque la colocación de las comas, en efecto, sea de auténtico horror. Pero el tal Fernández no es de letras, sino de ciencias, ingeniero de minas por más señas, y alguna disculpa tiene, y más tratándose del ámbito que se trata, del político, en el que es fama que la mayoría de sus practicantes no ha cogido en su vida más libros que los de texto, y eso los que lo han cogido como algunos currículos falsos han venido a demostrar hace ya tiempo, y habrá muchos más. Es lo que ha dejado el aluvión de la transición tras una época, la primera, en la que se prodigaron los nombres de profesionales de gran prestigio -catedráticos, intelectuales, juristas?- muchos de los cuales procedían de los antedespachos de la oposición a la dictadura, pero que acabaron fuera de la política, decepcionados y hartos.

Ahora, hay lo que hay y no hay más. Con la guerra de los avales por medio para la elección de nuevo líder del descabezado y dividido PSOE. La dirigencia socialista se vuelva en su ayuda y da por hecho que la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, será la nueva secretaria general del partido, aunque con todos los apoyos oficiales apenas si ha presentado unos 5.000 avales más que su oponente, Pedro Sánchez, que ha llegado a los 57.000, sin otra lealtad que la de sus bases, giradas hacia un PSOE más de izquierdas, entre la socialdemocracia y Podemos. Aunque avales no significan votos, queda prácticamente descartado Patxi Lopez, que aun así ha conseguido 12.000 firmas de respaldo. Pero la lucha será entre Díaz y Sánchez, con la primera impuesta como favorita pero sintiendo el aliento del anterior líder en el cogote. La andaluza estuvo por aquí, en Toro, pero en Zamora ha obtenido menos avales que Sánchez, pues Zamora ha sido siempre leal. De quien gane las primarias pueden depender muchas cosas en el país, y el PP y el Gobierno siguen muy atentos a la jugada El ascenso de Diaz puede significar estabilidad, y el retorno de Sánchez nuevas elecciones generales, Con más votos para Rajoy, eso también.