La celebración del 1 de mayo, día del Trabajo -aunque no se sabe si se puede celebrar algo semejante en un país en el que hay más de cuatro millones largos de parados- ha sido marcada en esta ocasión por el unánime rechazo a la corrupción que enfanga la vida política y por la reivindicación de un trabajo digno y estable. Con muy pocos participantes, casi todos sindicalistas, en la mayoría de las manifestaciones - unas 70 había convocadas - llevadas a cabo en las diversas poblaciones, aunque tampoco faltaron representantes de la izquierda en algunas de las principales citas, como Pablo Iglesias, el líder de Podemos, y Pedro Sánchez el aspirante otra vez a seguir siendo el líder socialista.

En Zamora, unas mil personas asistieron al acto, encabezado por los dos sindicatos de clase mayoritarios, UGT y CCOO, que aunque no dejaron de lado el doloroso e indignante tema de la corrupción, ni mucho menos, y más cuando tan cerca se tiene la de Castilla y León, parecieron poner el foco de sus mensajes y exigencias en la situación laboral de la provincia, lastrada por el desempleo, pues sigue habiendo muchos más parados que al comienzo de una crisis de la que no se ha salido, y por el trabajo en precario. Señalaron, con datos, aunque no sean nada nuevos, pues de sobra se sabe, por desgracia, que el 95 por ciento de las contrataciones de las que presumen Rajoy y su Gobierno son de carácter temporal, a veces por horas y por días, todo lo cual ha repercutido en el descenso del número de afiliados a la Seguridad Social, con el riesgo social que ello conlleva.

Los sindicatos lo tienen claro y reclaman trabajo estable y salarios dignos. para lo cual ven como imprescindible la derogación de la reforma laboral que, a su entender, les ha despojado de derechos y solo han servido para crear más precariedad y más explotación laboral. Muy críticos con el poder que tanto los gobiernos del PSOE antes y del PP ahora han proporcionado a la patronal, los dirigentes sindicales se refirieron al plan Zamora10 que van a poner en marcha los empresarios locales y sobre el que se mostraron irónicos y escépticos, calificándolo de embustes, pues se trata, dijeron, de los mismos que luego se niegan a subir los salarios. En fin, que hubo para todos, para acabar anunciándose dispuestos a movilizarse cuantas veces hicieran falta contra Rajoy y su política de empleo.

Aunque con la misma escasa participación de siempre, las manifestaciones de este día del Trabajo, parecieron tener mayor calado, pero aunque tienen razón en muchas de sus apreciaciones, se dejan llevar por la demagogia sindical habitual, más que recurrir, como han hecho antaño, a aunar esfuerzos con las demás fuerzas sociales para tratar de remediar una situación laboral que no es nada positiva por mucha macroeconomía y muchas optimistas predicciones de futuro del Gobierno. La pequeña y mediana empresa, y no digamos el comercio, están muy mal, bastante hacen con sobrevivir y no se le pueden exigir muchos más esfuerzos. Por cierto, que el obispo de Zamora, Martínez Sacristán, insta a las instituciones a hacer frente al paro. Bastaría con dejar de dilapidar el dinero público.