El gobierno de Puigdemont o lo que es igual, la Generalitat de Cataluña ha comenzado a aplicar un nuevo impuesto para gravar las bebidas azucaradas. La secretaría de Hacienda catalana lo define como una "nueva cultura" para tratar de corregir a través de impuestos los hábitos de los ciudadanos catalanes que considera nocivos para la salud. Tanto miramiento por la salud ciudadana sería digno de encomio si no fuera porque en la medida subyace un afán recaudatorio. La desconexión cuesta una pasta gansa y hay que sacar dinero de debajo de las piedras y todo el que se pueda al Estado español.

La verdad es que la aplicación de este nuevo gravamen sigue las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud que recomienda una tasa del 20% para los zumos y refrescos que considera responsables del aumento de la obesidad, las caries y la diabetes, que se ha multiplicado por cuatro en las últimas tres décadas en todo el mundo. Indudablemente algo hay que hacer y de forma urgente para detener el problema de salud que representa la ingesta de este tipo de bebidas en absoluto recomendables. Habida cuenta de que, según los últimos datos oficiales, en España casi el 30% de menores presenta problemas de sobrepeso o directamente de obesidad, cifra que asciende al 54% en los adultos. Engancharse a según qué tipo de bebidas, por mucha chispa de la vida envasada que lleven, por muy ricas al paladar que sean, otra cosa es que sacien la sed, no es bueno ni para chicos ni para grandes.

A según qué tripitas masculinas venimos llamándolas cerveceras cuando en realidad es otra la bebida que las redondea y abulta. Dicho lo cual y volviendo a la medida del gobierno catalán, sin alcanzar los límites del 20% que pide la OMS, la Generalitat le ha endosado hasta doce céntimos por cada litro, que repercutirán en el precio final del producto, dicen ellos que con la intención de disuadir a los consumidores. ¿Tan seguros están de que esa es la única medida disuasoria? Por muchos céntimos que encarezca la botella o la lata, ¿se van a privar de consumirla, aquellos que están enganchados y que pasan de prohibiciones, medidas disuasorias e incluso salud?

La segunda parte, la que hace sospechar es que, con la medida aplicada, la Generalitat espera recaudar hasta 41 millones de euros, que no es moco de pavo. Si espera recaudar tanto dinero es porque piensa que ese tipo de bebidas van a seguir consumiéndose. Por lo tanto su interés nada tiene que ver con la salud de sus ciudadanos y sí con la cosa recaudatoria que tan sumamente bien le va a venir para sus fines secesionistas. También creyeron que con tanto impuesto y tanta advertencia sobre su impacto en la salud la gente dejaría de fumar y las tabaqueras siguen viento en popa y a toda vela. Los de los refrescos tres cuartos de lo mismo. Ya idearan lo que tengan que idear para hacer su producto lo suficientemente atractivo como para que caigamos como pardillos.

Los expertos sanitarios en salud vienen advirtiendo de los problemas derivados del consumo excesivo de azúcar que pasa por provocar enfermedades crónicas. En España se consume una media de 94 gramos de azúcar por adulto, casi el doble de lo recomendado por la Oms. Se ha iniciado la guerra contra este producto y se ha hecho por la vía del impuesto.