Durante la semana que termina he vivido varias experiencias que no puedo por menos que compartircon mis lectores. Resaltaré tres por el significado de sus protagonistas y las lecciones que he obtenido.

Primera.El jueves se celebró una jornada sobre refugiados en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Salamanca. Vimos un documental, disfrutamos de la compañía de varios representantes de Amnistía Internacional y Cruz Roja y aprendimos del testimonio de dos refugiados sirios que están sufriendo en carne propia las consecuencias de un conflicto que está dejando mucho dolor. Al finalizar la jornada me quedé hablando con los refugiados porque, entre otras cosas, me interesaba saber si ellos sienten algún tipo de control social, policial o de otro tipo. Me dijeron que sí, que era muy complicado llevar una vida normalizada porque las sospechas están a la orden del día. Salí del aula imaginando cómo sería mi vida si tuviera que vivir como ellos, en un estado de tensión y ansiedad que te golpean permanentemente. Aún sigo cavilando.

Segunda. El mismo jueves por la tarde asistí a la charla-coloquio con Carlos Sánchez Mato, economista y concejal de Hacienda en el Ayuntamiento de Madrid. La actividad estaba organizada por la Asociación Profesional de Sociología de Castilla y León (SOCYL), que merece un artículo específico en próximas fechas por la interesante labor que está realizando en la promoción y difusión de la Sociología en nuestra región. De la charla me entusiasmaron varias ideas que yo mismo trato de inculcar a mis estudiantes en la Universidad: la necesidad de ser críticos con la realidad económica, política y social, preguntando permanentemente por qué pasa lo que pasa y sin dar por hecho que lo que sucede a nuestro alrededor es y solo puede ser como lo vemos o como nos lo cuentan. Pero también salí convencido de la conveniencia de la acción política como recurso colectivo para hacer frente a los intereses privados de empresas, corporaciones y grupos de poder que gobiernan desde la sombra. Los casos de corrupción que han salido estos días son un buen ejemplo.¿Aprenderemos?

Y tercera. El viernes compartí la tarde en la inauguración y el desarrollo de la II Jornada sobre Infancia y Juventud, organizada por la Casa Escuela Santiago Uno, en Salamanca. No traería este acto aquí sino fuera porque lo que se celebraba era sobre todo el 50 aniversario de "Carta a una maestra", un libro escrito colectivamente por unos chicos rurales, fracasados de la escuela oficial, pero agrupados en la escuela Barbiana, del cura italiano Lorenzo Milani (1923-1967), impulsor del movimiento pedagógico que lleva su nombre. El libro es un clásico de la pedagogía. Escrito con rabia, pero sobre todo con dolor por chicos que habían vivido en su propia carne la injusticia de una escuela clasista, que les dejaba fuera del sistema, sin darles siquiera el diploma básico obligatorio, y que finalmente fueron salvados por la escuela Barbiana, una aldea de las montañas próximas a Florencia. La experiencia pedagógica de Milani sigue representando una posibilidad para el cambio y la inclusión social. Un bonito ejemplo que he podido conocer con mis propios ojos.