Cada vez que Pedro Sánchez abre la boca es como para echarse a temblar. Otro que con tal de acumular apoyos es capaz de poner España al revés. No ha encontrado fórmula mejor para hacerse con el apoyo del Partido Socialista de Cataluña que decir eso a lo que aspiran los independentistas, que "Cataluña es una nación". Me veo a Miquel Iceta frotándose las manos. Y a los díscolos del PSC pasándoselo bomba porque vuelve la guerra entre facciones. Entre los que tienen verdadero sentido de Estado, supongo que serán la mayoría de socialistas, y los que quieren alinearse con Podemos. Pedro Sánchez lo tiene muy claro al respecto. A estas alturas, y por si sale elegido, lo tiene todo atado y bien atado con los del círculo morado.

Sánchez es un peligro para España, para el Partido Socialista y para todos los españoles, fundamentalmente los que creemos en la unidad de esta gran nación en la que caben las "singularidades", cómo no, pero no otras naciones. Los seguidores de Sánchez todavía no han caído en la cuenta de que este señor les ha llevado por dos veces consecutivas a hacer el más espantoso de los ridículos nacionales, como nunca había ocurrido en su centenaria historia.

Pedro Sánchez está resentido, es un resentido y actúa en consecuencia. No digo que no cuente con apoyos. En su visita a Cataluña para dorarles la píldora y templarles la gaita, dicen los suyos que reunió a tres mil personas. En materia tal como en la pesca y la caza, se tiende a exagerar. Pedro Sánchez se ha subido a un pedestal que no es el suyo. El PSOE que él defiende no es el PSOE centenario. El verdadero Partido Socialista, el que defendieron los que hicieron historia en sus siglas, nunca se aventuraría a apoyar la secesión o algo parecido. Sin embargo Sánchez no se ha cortado un pelo a la hora de decir que se siente muy identificado con lo que defienden territorialmente. No hace falta referéndum, no hace falta reformar la Constitución para que todos reconozcamos las singularidades de todos, dentro del marco de España como nación, sin más aditivos, conservantes y colorantes.

Para los más radicales, el PSOE que defiende lo razonable es porque está alineado con el Partido Popular y comparte sus tesis. Nada más lejos. Todos los partidos están en la obligación de hacer de España un país habitable, donde reine la paz social y no que algunos están todo el día con el chisquero encendido sobre la mecha, como si quisieran pescar en río revuelto, como si les importara un bledo el bienestar de los españoles, como si en definitiva, el resto de sus conciudadanos no pintáramos nada. Lo grave es que algunos les jalean y apoyan creyendo en un cambio a mejor. Cuando lo vea. Porque en cuanto tocan poltrona, se arrellanan en ella, le cogen gustito y la historia, con algunos matices, comienza a repetirse de nuevo.

Es curioso que Sánchez diga que quiere mejorar el autogobierno catalán si nunca se le ha escuchado una propuesta seria, una propuesta coherente, una propuesta en firme. Si le sacas de Rajoy, el PP, la corrupción a la que su partido no es ajeno, y poco más, no hay más argumentos en su discurso. Los políticos, algunos políticos, son los que llevan a sus países al desastre. Algunos cuentan con todas las bazas para lograrlo. Como Pedro Sánchez, un perdedor nato que quiere repetir a ver si es verdad que el que la sigue, la consigue.