Mientras el presidente Rajoy era llamado a declarar por el escándalo de corrupción de Gürtel, y mientras en Madrid era detenido y días más tarde encarcelado el expresidente de aquella comunidad Ignacio González como cabecilla de un entramado mafioso que se había repartido presuntamente muchos millones a través de una empresa pública, el Canal de Isabel II, aquí, en Zamora, el coordinador nacional del PP y presidente provincial del partido, Fernando Martínez Maíllo, otorgaba su bendición al diputado Barrios para que le sucediese en el cargo tras el congreso que se celebrará en junio.

Eso al menos es lo que dijo luego el propio Barrios: que contaba con la bendición de Fernando, y el hombre se quedó tan ancho. Una muestra de rancio y zafio caciquismo, que avergüenza, sin ni siquiera tratar de disimularlo. También la presidenta de la Diputación, Martín Pozo, que pasará a ser la secretaria general del PP en la provincia, cuenta con la bendición, se supone. En realidad fue un aviso de Barrios a posibles navegantes que pretendieran democráticamente hacerse notar como posibles candidatos: todo está atado y bien atado. Aparte de que al menos en Zamora la mayoría de los militantes del partido, que deben ser la décima parte de los que dicen que tienen, traga con la camarilla que hay.

Una de las razones de su pasividad es que saben que en el fondo quien va a seguir mandando en Zamora es Maíllo, al menos mientras continúe Rajoy en el poder. Manda en el partido y manda en la Diputación, tras perder los ayuntamientos más importantes: la capital, Benavente, Toro, Morales, entre otros. Barrios, que es diputado, cree que podrá compatibilizar su cargo local con el Congreso. No es de extrañar la triste situación de la provincia, cada vez más despoblada y olvidada tanto por el Gobierno regional como el nacional. Ahora, y ante el escepticismo general, los empresarios van a hacer un nuevo intento por salvar lo salvable, pese a la falta de recursos, que ojalá saliera adelante.

El nivel de los políticos es tan bajo, desde el PP a Podemos y C's, pasando por el roto PSOE, que cualquiera que destaque un punto o los puntos que sean sobre los demás, se hace rápidamente el amo del cotarro incluso a nivel nacional. Es el caso aquí mismo de Maíllo, cuya valía indiscutible le ha llevado a ser el número tres del PP, pasando muy por encima del nuevo equipo de jóvenes secretarios nombrado por Rajoy en un intento de renovación que se ha mostrado igualmente inútil. La corrupción está devorando al partido en el Gobierno que intenta sostenerse como puede, como sea, gracias también a la ausencia de alternativas creíbles, pues ni un PSOE destrozado ni un Podemos revolucionario lo son, y C's no es otra cosa que un mero apéndice de circunstancias tratando de hacer de cortafuegos.

El bendecido por Fernando asegura, ya puesto, que su antecesor es y será insustituible, pero habla de un nuevo estilo de trabajar. Como si eso pudiera ser la renovación que urge a su partido, que o cambia sus gentes y sus hábitos o acabará perdiéndose en su propio laberinto. Mientras la política sea un medio de vida y no un servicio puntual a la sociedad, la mediocridad y la corrupción seguirán imperando.