Rosa Villacastín es una periodista abulense y vive desde hace muchos años con el también periodista Miguel Larrea, que fue entre 1996 y 2000 director de Publicaciones de Taller de Editores, que publicaba, entre otras revistas, "El Semanal" (actualmente "XLSemanal"). Por esos años, Rosa colaboraba habitualmente con una columna en "El Semanal".

Esta periodista lleva el apellido de su abuelo, José Villacastín, con quien se casó en 1921 Josefa Sánchez del Pozo en su pueblo natal de Navalsauz, cinco años después de la muerte del primer y gran amor de su vida, el poeta, periodista y diplomático nicaragüense Rubén Darío. Cuando murió de cirrosis, debido a sus excesos con el alcohol, el príncipe de las letras hispanas tenía 49 años. Legó todas sus pertenencias al hijo superviviente que tuvo con Josefa, Rubén Darío Sánchez (Güicho); cuando este falleció en México en 1948, su madre Paca se quedó con el legado de Rubén Darío y lo guardó celosamente en un baúl.

El gran recopilador de este legado fue José Villacastín. Paca lo donó en 1956 al Ministerio de Educación, gracias a la mediación de los escritores Carmen Conde y Antonio Oliver. Solo pidió a cambio un piso en Madrid y algo de dinero para la educación de sus nietas, una de ellas Rosa. Paca murió siete años después a los 88 años.

Rosa Villacastín realizó un gran trabajo de clasificación y catalogación del archivo de Rubén Darío, que editó la Universidad Complutense de Madrid en 1987. En 2014 publicó con Manuel Francisco Reina el libro "La princesa Paca: la gran pasión de Rubén Darío". Basada en esta obra se realizó la película estrenada en TVE el pasado 13 de abril.

De una manera indirecta, tuve un desencuentro con Rosa Villacastín cuando colaboraba en "El Semanal". En esa época estaba yo encargado de la edición de este dominical y leía, entre otros textos, las galeradas de los comentarios. También los de Rosa. Con gran sorpresa comprobé que el director dejó de pasarme sus comentarios. No me dijo por qué; pero supe que había recibido una llamaba de Rosa en la que se quejaba de que alguien (ese alguien era yo) había tenido la osadía de corregirle algún texto.

Efectivamente, en la última columna que había leído de Rosa le cambié la palabra bimensual por bimestral. Comentaba algo de los recibidos de la luz, que, según escribía, eran de carácter bimensual. En castellano bimensual es algo que sucede dos veces al mes, es decir, cada quince días. Los recibos de la luz se pasaban cada dos meses, es decir, en un período bimestral. Le corregí el lapsus con la mayor naturalidad; pero Rosa se sintió ofendida, cuando en realidad debería haber estado agradecida por haber subsanado el desliz.

Esto no quita un ápice para que elogie el trabajo de Rosa Villacastín para divulgar tanto el apasionado amor de Rubén Darío con su abuela Paca como el legado del poeta nicaragüense. Muy pocas personas conocían esta faceta de la periodista abulense, bastante popular por su aparición en tertulias de televisión sobre temas sociales y de sociedad. Confieso que yo tampoco.