El hecho de que el 23 de abril, día de la región, cayese en domingo contribuyó, puede, a diluir más la celebración, aunque el desencanto político de los castellano-leoneses seguramente que haya contribuido a ello también. El caso es que pese a la bonanza climatológica apenas si unas 12.000 personas según estimaciones oficiales se dieron cita en Villalar de los Comuneros, continuando el descenso de participantes iniciado ya hace unos años, cuando la cifra habitual andaba por los 30.000 asistentes a la fiesta de una derrota histórica que además poco o nada tenía que ver con el pueblo.

Por lo demás, la puesta en escena fue similar, como siempre, con reivindicaciones laborales por parte de grupos afectados que aprovecharon la ocasión para encontrarse cara a cara con las autoridades presentes en el acto, y con grupúsculos minoritarios, testimoniales, de los que salieron gritos en pro del nacionalismo castellano-leonés, y cosas así. En realidad, esas fueron las primeras reivindicaciones políticas que pudieron escucharse en la campa, décadas atrás, cuando se estrenaban las autonomías, por parte de personas que llegaban de fuera, que pasaban la noche previa al raso, y que luego darían paso a concentraciones que terminaron con disturbios graves en ocasiones.

Naturalmente allí estuvo el presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, con un aspecto bastante circunspecto, tal vez el que correspondía a las circunstancias que vive su partido en Madrid, donde las imputaciones del caso Lezo son ya 60, entre ellas las últimas por ahora la del ex ministro Zaplana y la del poderoso empresario Villar Mir y donde Esperanza Aguirre ha tenido que dimitir como portavoz del grupo popular municipal. Y allí estaba también el nuevo y flamante presidente del PP en la comunidad, Fernández Mañueco, pasando bastante más desapercibido. La sorpresa fue la presencia, se supone que como invitado especial del PSOE, del nefasto Zapatero que no se sabe que pintaba allí, pues durante su triste mandato, el del talante, el del talante resentido, no hizo apenas nada o nada por la región, y menos que todavía por Zamora donde solo quedó vanas promesas incumplidas.

Se encontraron, Herrera y Zapatero, y el presidente de la Junta saludó al socialista con una efusividad que llamó la atención. Más austero y protocolario estuvo Mañueco. Parece demostrarse que cada uno adopta un papel distinto. Todos se reunieron con los grupos reivindicativos unos minutos, pero ya se sabe lo que son estas cosas: buenas palabras, ánimos, y si te he visto no me acuerdo. Para lo que si hubo más palabras sobre todo por parte del presidente del Gobierno de la comunidad fue para los últimos casos de corrupción descubiertos en Madrid y que han dado con el expresidente de aquella comunidad, Ignacio González, en la cárcel acusado de numerosos presuntos delitos.

Herrera manifestó sentirse profunda y radicalmente avergonzado por lo que está sucediendo, mientras Mañueco expresaba su confianza en la justicia. La corrupción y los millones defraudados del erario público eran el tema central de la fiesta en todas las conversaciones en Villalar.