Después de crucificar a Jesús, los soldados cogieron su ropa y se la repartieron en cuatro partes, una para cada soldado. La túnica, como era sin costura, tejida de una sola pieza de arriba abajo, decidieron echar a suertes para ver a quien le tocaba. Cortarla en cuatro piezas no hubiera servido para nada, así que lo mejor era jugarse a los dados aquella parte del botín que les correspondía por ser los soldados que habían conducido al reo al patíbulo.

Sentados los soldados, miraban al Crucificado mientras echaban los dados. Parecía que Jesucristo era un jugador también, pero lo que allí estaba en juego era la dignidad, la pureza, la salvación de la humanidad. Jesús se jugaba la vida para redimir a los hombres.

En un diario de los de mayor circulación de Rusia se publicó una noticia de gran interés: en el museo de arquitectura histórica de la ciudad de Yaroslav, ubicada a trescientos kilómetros de Moscú, se había encontrado un fragmento de una túnica que supuestamente sería la que Jesucristo vistió el día de su crucifixión.

Al parecer, una empleada del museo halló la supuesta reliquia en el interior de un cofre con incrustaciones de plata y adornado con ilustraciones bíblicas en las que se veía al profeta Elías, a la Virgen María y el descenso de Jesús al sepulcro. Este cofre, según expertos religiosos, sería el mismo que el zar Alexei Romanov regaló en 1650 a la Catedral del profeta Elías en Yaroslav en el día de su santificación.

Los Romanov, recibieron ese pedazo de tejido en 1625, como regalo de un Sha de Persia que ocho años antes había ocupado el territorio de la actual Georgia, Las tropas del Sha habían saqueado la reliquia de un monasterio.

Por otro lado, según la Iglesia Ortodoxa Rusa, la Túnica Santa fue dividida en varios trozos que se repartieron como reliquias entre la Basílica de Santa Sofía en Kiev, dos catedrales en San Petersburgo, un monasterio en Kostromá y la Catedral de Yaroslav. Se dice que los soldados que participaron en la Crucifixión y se jugaron la túnica a los dados, el ganador fue un mercenario oriundo del Cáucaso.

Por el sacerdote y teólogo Ricardo Román se comenta que la inmensa mayoría de las reliquias fueron inventadas por los árabes durante las Cruzadas. Los árabes decían que tal cosa era una reliquia y los cruzados pagaban fortunas por ellas. También en muchas parroquias de América se inventaron reliquias para motivar la devoción de los fieles.