La gran ventaja con la que contamos en Semana Santa es que solo hay una cosa de la que no podamos estar seguros para que la celebración brille con la fuerza con que cada año lo hace. Tenemos tan desarrollada y encajada la maquinaria de funcionamiento de la semana de Pasión, única y verdadera semana grande, que por mucho que roces, disputas y desencuentros jalonen los meses previos a la celebración, ésta siempre da sus mejores frutos. Zamora capital en punta de lanza y cada uno de los pueblos, villas y ciudades en su parte, escenifican la espectacular ceremonia de la muerte y resurrección de Cristo con una precisión absoluta.

Solo los más metidos en el engranaje, recordarán en tertulias y cenáculos aquellos sutiles defectos sin mayor trascendencia que la que otorga la hipérbole del amor que cada uno siente por la perfección en todo cuanto rodea a los desfiles procesionales. Con estos precedentes sabemos antes y después que solo las condiciones climatológicas inclinan el fiel de la balanza hacia el lado de la satisfacción o al de la frustración. Por eso cuando, como lo viene siendo en los últimos años y extraordinariamente este, el sol resplandece durante el día y las noches son agradables, los rostros de los zamoranos lucen el Domingo de Resurrección con un inusitado orgullo por lo propio, resalta henchido el pecho y se camina apenas tocando el suelo. Y pensamos que es esto lo que merecemos y no el "víacrucis" del resto del año. Y así lo piensan los visitantes que nos han acompañado, sean emigrados de la diáspora o turistas sorprendidos. El turismo es hoy el sector económico que mayores recursos genera en países y territorios como el nuestro. Apoyar más y más cada día la organización y divulgación de la Semana Santa es por lo tanto asignatura obligatoria para las administraciones, aunque no siempre actúen en consecuencia y a veces, conscientemente, lo ignoren .

Hubo un tiempo, hace menos de dos décadas, que en un plazo de solo dos años la capital pasó de contar con uno a hacerlo con cinco hoteles de cuatro estrellas y otros se han ido uniendo después en la provincia. El nivel medio de ocupación no sólo no bajó sino que se incrementó. Sin embargo en los últimos años las estadísticas vienen mostrando un decepcionante retroceso para una provincia que lejos de agotar sus posibilidades, aún está por descubrir.

Lamentablemente, lejos de posar la visión y la perspectiva en los recursos más obvios, esenciales y potentes, la moda para los gestores turísticos viene siendo "inventar" recursos innovadores. Desde ciudades líquidas al canto de los pájaros en las riveras de los ríos que, teniendo interés son tan minoritarios que solo pueden ser complemento y no recurso principal en una provincia en la que aún falta tanto por hacer para que se conozcan en todo el mundo sus tres recursos de interés universal: Nuestro Románico, el arte religioso, en sus manifestaciones materiales en museos, iglesias y conventos e inmateriales como la Semana Santa y, no menos importante, la diversidad de los espacios naturales, de Sanabria a los Arribes, de Tierra de Campos a los viñedos o al hábitat del lobo. Hay mucho campo para ello y mucho camino por recorrer. Centrémonos en lo importante y hagamos bien las cosas para que Zamora tenga progreso y futuro y nos sintamos tan orgullosos como de la Semana Santa.

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