Una nueva escenificación, previamente anunciada desde hace días, de la farsa del desarme de la organización terrorista ETA, tuvo lugar el pasado fin de semana en la ciudad francesa de Bayona. Una puesta en escena muy cuidada, en la que no faltaron los protagonistas misteriosos con papel de mediadores internacionales designados por los mismos etarras; ni los que ellos mismos se designaron como artesanos de la paz, miembros o exmiembros de la banda criminal, algunos con causas penales pendientes a sus espaldas; las autoridades, francesas en este caso, representadas por el alcalde y el obispo, y hasta el público, un grupo de extras "abertzales" que se congregaron en los alrededores del Ayuntamiento que servía de sede al pretendido acto simbólico de buena voluntad.

El Gobierno español no entró al trapo y ya expresó desde el primer momento que se supo de la nueva entrega de armas que no aceptaría otra cosa que la disolución real y probada de ETA así como la entrega total de sus arsenales que son muchos más, según estimación de las fuerzas del orden, que las entregadas hasta ahora, que no pasa de ser una muestra poco más que testimonial. Poco más de un centenar de pistolas, 120, tres toneladas de explosivos, detonadores y munición variada, eso es lo que de acuerdo con las actas entregadas por tan singulares mensajeros de la paz a los mediadores constituía el desarme pregonado. Una añagaza más, que no cuela. Porque la debilidad de la organización terrorista es tal que apenas si representa poco más que unas siglas, mientras que por el contrario la fuerza de la izquierda democrática se hace sentir cada vez más en el País Vasco. Lo que ETA sigue buscando, ya deshace tiempo, es que sus presos sean acercados a las cárceles de la región, que se busquen formulas para que algunos puedan recuperar la libertad y también para que los huidos puedan regresar. Mucho pedir, porque los crímenes de la banda están muy cercanos aún. Las familias de las víctimas no olvidan y reclaman justicia y memoria, que también es memoria histórica. No habrá impunidad, es la réplica del Gobierno, pese a lo cual caben las incertidumbres sabiendo como es la política.

El mediador que dio la cara reiteró en su mensaje y en su declaración el deseo etarra de superar el pasado. Otra vez lo mismo y con el mismo origen desde la izquierda radical: hay que superar los muertos de ETA. Pero no los muertos de hace 80 años en la guerra civil removida desde el resentimiento. El mensajero ni pronuncio la palabra terrorismo, ni hizo mención alguna a la intensa labor desarrollada por la Policía Nacional y la Guardia Civil, con la colaboración francesa, para acabar desarticulando la banda. Porque tras la tregua se han seguido practicando detenciones, a cientos, y se han recogido más armas que las entregadas el sábado en Bayona, con lo cual queda bien expuesta la realidad de la situación. Sobre la que desde el País Vasco se seguirá insistiendo en pro de la normalización, se argumenta. Y con resultados: por lo pronto, el PNV apoyará al PP en los presupuestos del Estado y se da por hecho que a cambio del acercamiento de presos. Veremos si acaban ahí las concesiones.