Sirva, para este título, la reformulación de aquella frase que, dirigida a un estúpido, popularizara James Carville, asesor y estratega político de Bill Clinton en la disputada campaña electoral que le enfrentó a George Bush padre.

Frase sin duda recurrente para enfatizar la importancia de la Fiesta de los Toros, al margen de su politización.

Así pues, yo la reforzaría aún más, si cabe, añadiendo: "no es política, es tauromaquia, estúpido", para precisamente, perseverar en el mantenimiento y defensa de este Universal Patrimonio que el gran Octavio Paz definió como "poesía en movimiento".

Llegados a este punto, cabe alertar sobre ese intento de buena parte del mundo taurino por alinearse con los partidos de derecha, empeñados éstos a su vez, en patrimonializar esta fiesta única, "la más culta que hay en el mundo", en palabras del propio García Lorca.

Y, es que, no nos engañemos, será cuestión de tiempo que, más pronto que tarde, desde el propio Partido Popular, hoy gran valedor de la Fiesta, algún discípulo de Arriola haga cuentas y concluya que la defensa de los Toros le resta votos, y su "desmarque", por tanto, le resulte rentable electoralmente.

Otros ya lo han hecho, desde el PSOE hasta Podemos, con ánimo puramente tacticista, han incluido en sus programas la causa "animalista" para, en última instancia atraerse el voto neoecologista y urbanitas, en clara contradicción, por otra parte, con la proclama de la defensa del mundo rural (al que desde su pretendida supremacia moral, no dudan en identificar como bárbaro, cuando no criminalizar) especialmente flagrante en el caso de nuestra región.

El caso de Tordesillas no es más que un primer aviso, el mismo PP desde la Junta, competente en esta materia, impone a todo un pueblo la prohibición de un torneo por su "especial crueldad", en un caso, a mi entender, de especial cinismo, pues, ¿acaso no vale este argumento para las mismas corridas de toro?

Pero, no es ese el debate ahora, mi intención es alertar sobre la obligación de no dejar la defensa de la Tauromaquia en manos de la política, pues la Fiesta de los Toros no es Patrimonio de ninguna ideología, ni mucho menos de ningún partido político, el Toro, como es evidente no entiende de preferencias políticas.

La Fiesta de los Toros (que no Nacional), es patrimonio de todos, indistintamente del Pueblo, Comunidad, Nación o Estado, donde se practique.

Ya ha sido utilizada miserablemente como arma política por algunos nacionalismos, manteniendo hipócritamente otros festejos como los corre bous, para los cuales resulta imprescindible el toro de lidia, el cual no existiría si desaparecieran las corridas.

Testimonios hay de toreros que simpatizaban y aun hoy lo hacen, con todas las ideologías del espectro político.

Y que decir de los innumerables intelectuales, artistas, pensadores e incluso políticos, aficionados taurinos, y representantes de todo el arco ideológico (desde el PP a Podemos).

Pero hay algo especialmente chirriante, y es el movimiento neo ecologista, al que se ha unido parte de nuestra izquierda política, que identifica el (mal llamado), abolicionismo animal, con la ecología, y en una pirueta mediática, lo vende como patrimonio de la izquierda.

Hay poderosas y evidentes razones que demuestran que el mundo taurino es de hecho, el movimiento ecologista más genuino: la fiesta de los toros por si sola garantiza el mantenimiento de la biodiversidad, prevención de la desertización y conservación de la flora y la fauna autóctona, así como promueve un desarrollo rural sostenible en un hábitat único, como es la dehesa, especifico del toro bravo y reconocido por el propio Derecho Comunitario.

Por todo, es de justicia proclamar que estamos obligados a preservar para las próximas generaciones este inmenso Patrimonio como Universal, al margen de diferencias ideológicas, y por encima de la política.

Luis Miguel Alcón, socio del Foro Taurino de Zamora