Desde el "puedo prometer y prometo", hasta el "váyase Sr. González", pasando por el "por consiguiente", el "hay que dialogar" y "el hombre del plasma", ningún presidente ha llegado a traer a Zamora los juguetes que, con tan ingenuo como inútil candor han venido reclamando los aborígenes, en sus cartas a los Reyes Magos, a lo largo de los años.

No existen razones objetivas que permitan pensar que el "hombre del plasma", en su segunda legislatura vaya a cambiar el chip y llegue a hacerlo. Sin embargo, hay quien hace como que se lo cree, y utiliza como argumento el hecho de que esta vez el Gobierno no cuenta con mayoría suficiente para gobernar el país. Pero eso es una verdad que aún no es la verdad, porque ¿han escuchado ustedes a alguno de los partidos de la oposición, ya sean antiguos, nuevos o novísimos, hacer alguna alusión al problema de la despoblación y a la falta de industrialización que está acabando con esta provincia? ¿Ha movido alguno el culo en el Congreso o en la cámara regional para plantar cara a los males endémicos que Zamora viene padeciendo? Y es que los únicos territorios que preocupan a los partidos, además de los conflictivos Cataluña y el País Vasco, son los de la zona levantina, Madrid y, a ratos, Andalucía, porque allí se encuentra asentada la mayor parte de la población y, por tanto, es en esos caladeros donde les interesa ir a la pesca de votos. Mientras tanto, el resto del territorio español se encuentra semivacío, y la gente se va rindiendo, no con franqueza, pero sí sumida en una bruma de confusión, resistiendo sin resistirse, cayendo, en una caída casi irrevocable.

Y es que el problema de fondo del interior peninsular, continúa siendo el de siempre, el de la ingenuidad y el acojono, hereditario en algunos casos y patológico en otros. Por eso, cada vez tiene menos sentido creer en los Reyes Magos, ya que no sirve de nada apostar por lo que no se cree. No tiene sentido comportarse como ovejas, churras o merinas, enviando candorosas cartas a sus majestades, porque los Reyes Magos no son reyes, ni tampoco padres: simplemente no existen.

Repásese la actuación de los distintos gobiernos democráticos, para recordar que "se han fumado un puro" con las pataletas zamoranas, con esas tímidas reivindicaciones, solo contestadas con algunas limosnas, en forma de migajas, con cargo a ingresos por encomiendas. Eso es lo que dice la historia. La historia que nada tiene que ver con el pensamiento. Porque la historia no es una creación mental. La historia se suele hacer en las calles y en las casas. No hace falta, agudizar mucho la mente, para llegar a la conclusión que bastaría con que se cumpliera la legalidad vigente para salir del agujero. Compruébese que todos los gobiernos, nacionales y autonómicos, han venido incumpliendo sistemáticamente, para con Zamora, varios artículos de la Constitución Española, concretamente, el 35 en su apartado 1, el 40 también en su apartado 1, el 158 en su apartado 2 y el 138 en sus apartados 1 y 2, por lo que no se les debe tratar con mucha consideración, ni demasiada cortesía.

Baste recordar el texto de este último artículo, en versión resumida: "El Estado garantiza la realización efectiva del principio de solidaridad?velando por el establecimiento de un equilibrio económico, adecuado y justo ente las diversas partes del territorio español?" "Las diferencias?de las distintas CCAA no podrán implicar, en ningún caso, privilegios económicos o sociales", para comprobarlo.

El problema de fondo es que el Estado y el Gobierno Autonómico entienden que el desarrollo de cada región, o de cada provincia, no es otra cosa que una carrera de fondo, en el que el puesto final depende de cada corredor. Pero este principio solo es de aplicación si los participantes parten, a la vez, de la línea de salida; pero, cuando comenzó esta carrera, algunos ya se encontraban a mitad de recorrido, y otros a punto de llegar a la meta, pero, desafortunadamente, nuestra provincia no había llegado aún a la línea de salida, y en ese escenario, a menos que el juez árbitro, retenga a los adelantados o "dope" a los rezagados, para que puedan correr como posesos, resulta imposible, en puridad, que provincias como la de Zamora puedan optar a un puesto digno en la línea de meta.

Desafortunadamente, no cabe esperar mucho de quienes manejan los hilos desde fuera, porque, sin necesidad de utilizar un retintín melodramático, se podría preguntar: ¿Ha observado alguien si en los congresos de los partidos, que se están celebrando en estas últimas semanas, se ha llegado a plantear o se esté planteando cómo resolver el problema de la despoblación o el fomento de la industrialización? Y la respuesta sería: "No", porque lo único que se ha tratado es el quítate tú para ponerme yo. Y a la mayoría de los ciudadanos les tiene sin cuidado quien resulta elegido; no les importa si sale el más guapo o la más fea, el mal alto o la más baja, la más atractiva o el mas desafortunado físicamente, porque lo que les preocupa es que, salga el que salga, sea capaz de resolver sus problemas. Pero eso ya sería otra historia.