En este tema creo que será unánime la opinión de todos los que nos dedicamos a escribir. Señalamos nuestra facilidad o dificultad en el cometido, según lo que elijamos para desarrollar una idea. Si nos dedicamos a exponer nuestra opinión sobre asunto que se nos brinda, no resulta difícil aplicar el entendimiento sobre aquello; y vamos desarrollando lo que entendemos con aplicación sencilla. Será acertada nuestra manifestación, o por el contrario iremos desacertados en nuestra opinión; pero nadie nos quitará la facilidad en discurrir.

Lo hemos comprobado en la vida de profesor, por ejemplo. A cualquiera podrá resultarle cosa extraña la perfecta ejecución de un profesor durante muchos años. Sin embargo, hemos sido capaces de aplicarnos a la docencia más de cuarenta años (y hasta con reconocida aceptación de nuestra ejecución) incluso cuando se ha tratado de multitud de asuntos o disciplinas. No es lo mismo enseñar Gramática que Historia o Filosofía; no obstante, personalmente me he visto obligado a ser profesor de todas esas cosas y de otras, de forma simultánea o alternando en el tiempo, con mi título -ganado por oposición- de "profesor de Filosofía". Hubo un tiempo en que "los profesores de alguna asignatura de Letras" teníamos la obligación de llevar a cabo la enseñanza de todas las Letras, incluso algún idioma; y los que, por oposición, eran "profesores de alguna disciplina de Ciencias" debían explicar cualquier asignatura de Ciencias. Y -juzgo por mis compañeros- la práctica los hacía, en la mayor parte de los casos, unos excelentes maestros: eran muy considerados en la Universidad de Granada. Y recuerdo, por ejemplo, a un profesor de Física y Química que explicaba Matemáticas en todo el Bachillerato y COU, y era célebre en aquella Universidad.

También cuando se trata de escribir, ocurre lo mismo. Si escribes sobre un temario determinado, o sobre una materia múltiple, resulta fácil ir seleccionando lo que escribes cada día. Puedes elegir seguir la trayectoria del noticiario general y cada día te proporcionarán algo que te sirve como materia de inspiración; si es la Historia la que te ofrece la guía, vas siguiendo por fechas o personajes sin dificultad. Eliges cada día "lo siguiente". Donde entra de lleno la inspiración es cuando quieres escribir sobre algún asunto fuera de esos cuestionarios. Ahí es donde entra de lleno la inspiración y juega su papel con absoluta libertad. Hay días que te ayuda con toda facilidad y encuentras tema para encauzar tu pluma (o el teclado de tu ordenador, que es lo más frecuente). Incluso se puede dar el caso de que la inspiración se presenta muy generosa en su colaboración y te ofrece más de un asunto, incluso, cuando ya estás escribiendo en lo que has elegido; te anima a cambiar de asunto para que desarrolles otro más atractivo, para ti o para los que consideras tus lectores.

Pero esa generosidad es menos frecuente. Es mucho más corriente que, si no tienes el objeto definido, se te presenta la enorme dificultad de hallar el tema que pueda ser grato al "consumidor". La inspiración huye de tu campo de acción y no sabes de qué escribir. El esfuer-zo, en esos casos, es imposible de encaminar. Y eso sí que te produce una situación insostenible. Confieso que en esas circunstancias te entra la tentación de abandonar tu empeño y dedicarte a otra cosa; o entrar en una inactividad insospechada en ti hasta ese momento. Lamentas que la inspiración no sea algo que halles consultando un diccionario o un libro especializado. Nada te puede ayudar. Has de ser tú mismo el que des vueltas y vueltas a tu imaginación para llenar el hueco en tu vacío preocupante. He de reconocer que eso me ocurre a mí, que no soy escritor profesional. Tal vez el escritor de oficio haya encontrado la manera de salir airoso en esos momentos y hallar algún asunto que encauce su atención con facilidad. Para los aficionados, la inspiración es tan fugaz que no acude a la llamada por muchas voces que le des. No te saca del apuro ningún esfuerzo, sobre todo si vives encerrado en tu cuarto de trabajo sin estímulos exteriores que te ofrezcan solución con temas alternativos. He pensado, para el futuro, si se me presenta el momento de "inspiración fugada", dejar la soledad y salir al encuentro de alguna persona comunicativa que me ofrecerá palabras -o escenas de la vida- cargadas de algún motivo que avive una inspiración necesaria y suficiente en lu dificultad. Es fugaz la inspiración; pero habrá que hallar procedimientos para hacerla venir a tu punto de partida. Y, si es generosa en abundancia excesiva, reducirla a las necesidades del momento.