Desde lo alto de las murallas zamoranas, contiguas al castillo medieval puede verse un amplio panorama junto a la románica iglesia de Santiago de los Caballeros, al lado está el Campo de la Verdad, escenario de los hechos que marcaron la Historia de la ciudad dejando constancia de aquellos héroes que defendieron el honor de los zamoranos.

Los hijos de Arias Gonzalo dejaron su vida sobre el terreno respondiendo al reto que Diego Ordóñez hizo a "vivos y muertos, nacidos y por nacer". No debía tener el caballero castellano un concepto claro de las estrategias a las que hay que recurrir para defender la ciudad del asedio que el ambicioso rey Sancho puso a Zamora con intención de arrebatársela a su hermana. ¿Acaso era honrada una guerra fratricida guiada por la ambición de poder?.

Diego Ordóñez de Lara quiso vengar lo que él llamó regicidio y llegó ante las murallas llamando traidores a todos los zamoranos y retando en duelo a todo el que quisiera luchar contra él. Uno a uno fueron cayendo en el palenque los cuatro hijos de Arias Gonzalo.

Se trataba de luchar contra cinco para que prevaleciera la acusación de Diego Ordóñez, pero, si uno de los contendientes lo venciera, el retador castellano quedaría por mentiroso. Aunque el último de los hijos, Rodrigo Arias, también murió en el combate, antes logró que el caballo desbocado sacara del campo al orgulloso Ordóñez, por lo que los jueces decidieron que la verdad fuera no caer infamia sobre el pueblo zamorano.

El escenario en el que tuvieron lugar aquellos singulares combates es el conocido "Campo de la Verdad que se extiende junto al barrio de Olivares, un lugar en el que, en la Edad Media se realizaban aquellos combates singulares entre dos contendientes a caballo para justificar el derecho de alguno de ellos, era juna forma de decidir o defender la inocencia de las cuestiones que se juzgaban.

La costumbre de estos combates evolucionó hasta convertirse en luchas para hacer alardes de vigor y valentía demostrando destreza en el manejo de las armas. En aquellas justas medievales había unas ordenanzas especiales que regulaban los combates para decidir a quien correspondía el premio del vencimiento y dirimir las controversias que pudieran suscitarse entre los interesados. Una dama solía presidir las lides en calidad de "reina de la hermosura". Los contendientes disputaban el premio que las damas entregaban y que consistía comúnmente en una banda ricamente bordada. El principal mérito estaba en haber ganado el trofeo con valentía, gallardía y esfuerzo.

No hace muchos años, se organizaron en el Campo de la Verdad de Zamora torneos en los que se exhibieron el dominio en el manejo de las armas y de los caballos por profesionales que hicieron las delicias de los espectadores, pero no se ha vuelto a organizar este tipo de espectáculos.