El hombre actual, es un hombre masa, un número que se pierde en el magma que aglutina a la sociedad de consumo. Un hombre anónimo que hace lo imposible para darse a conocer, aunque sea a través de desnudar sus miserias en programas o pseudoprogramas de televisión. El hombre actual,aunque se esfuerce,apenas si se hace notar en su comunidad de vecinos, pasa desapercibido en su círculo más próximo, y apenas es reconocido en el ámbito dela familia. Se trata pues de un tipo que vive aprisionado entre la televisión y el ordenador, entre la bazofia e Internet, entre la prisa y la inmediatez.

Cuando consigue llegar a la notoriedad y percibe que la gente le echa de menos, no solo se siente satisfecho, sino también halagado, y eso es lo que algunos llaman llegar al culmen,a haber conseguido romper la barrera del anonimato.

Por eso se entiende bien que alguien como FernandoMaíllo, a la sazón coordinador general y número tres del Partido Popular, además de diputado en las Cortes y Presidente Provincial del PP de Zamora, se encuentre en una situación exultante, ya que un día sí y otro tambiénapareceen los medios anunciando alguna medida, disculpando a algún compañero de partido, o rebatiendo algún ataque de la oposición. Y todo eso ora en la calle Génova, ora en la Plaza de las Cortes, en Madrid, o aquí en Zamora: tres lugares distintos y una sola persona verdadera. Es lo que se dice poseer el don de la ubicuidad, la capacidad de lo imposible, la versatilidad de lo indeformable. Pero la cosa es así, y por el momento nadie ha llegado a decirque lo esté haciendo mal, o que tenga abandonado el taller. Y es que, claro, cuando se aparece todos los días en la tele, es como si se presentase uno en casa de la gente "en cuerpo mortal", como si echara una partida de cartas con quienesle están viendo, o como si se cruzase con el vecino del quinto él en el rellano de la escalera.

Esas percepciones, conocidas por todo el mundo, hacen que sus protagonistaspiensen que con su sola presencia virtual la ciudadanía viva tranquila y sus seguidores participen del sosiego, contentos de ser, en alguna medida, partícipes de sus éxitos. Claro que no se trata de un único personaje, ni tampocodel primerocon ese tipo de perfil, pues ahí está Dolores Cospedal que es ministra de Defensa, secretaria General del PP, diputada en el Congreso y presidenta del PP en Castilla la Mancha. A nivel local también ha habido políticos desempeñandovarios cargos de manera simultánea, como Francisco Vázquez que compaginó la alcaldía con el Senado, la Federación de Municipios y el consejo de administración de Caja España.

Cualquiera podría pensar que eran, o que son, demasiadas cuerdas para un violín, pero nada más lejos de la realidad, porque estos personajes lo mismo sirven para arreglar un roto que un descosido,y son capaces de transmitir la sensación de estar en todas partesluciendo sonrisa y traje recién planchado. De manera que cada vez se hacemás difícil entender cómo la gente, en general, llega a casa deslomada y con el gestoadusto tras haber currado en el taller, o aguantado a los clientes en el comercio, o soportado al jefe en la oficina, ya que solo son protagonistas de un único puesto de trabajo.

Los elegidos, aquellos que participan de varios cargosa la vez,estánconvencidos desercapacesde eso y de mucho más, como fue el caso de Isabel Carrasco, aquella expresidenta de la Diputación de León, tristemente desaparecida hace unos años, que llegó a ocupar hasta trece cargos de manera simultánea. Claro que hay mal pensados que opinan que la capacidad humana tiene un límite, y que tal y como les sucede a los vasos comunicantes, lo quele llega a uno lo hecha a faltar el otro.

No es ésta una peculiaridad que afecte únicamente a determinado partido político, ni a determinada ciudad, provincia o comunidad autónoma, sino que tiende a ser norma general en una colectividadcuyasprodigiosas facultadesson tan amplias como las ambiciones humanas. Pero los desconfiados siguen empeñados en mantener que,si resulta difícil dirigir una orquesta de cámara, mucho más lo será simultanearla con una sinfónica, una banda de cornetas y tambores y el Orfeón Donostiarra, sobre todo si cada grupo musical ensaya en diferentes salas de conciertos.