Lo que tenía que pasar, pasó, justo como estaba previsto, y Fernández Mañueco se alzó como claro vencedor a los puntos para la presidencia del PP en Castilla y León. Mañueco era el candidato de Rajoy, y Silván el candidato de Herrera, o sea que de sobra se sabía quien iba a ganar, con poco margen a la sorpresa. El alcalde de Salamanca, que ya era secretario regional del partido, asciende el peldaño decisivo que le permitirá ser candidato del PP en 2019 y muy probablemente el nuevo presidente de la Junta a partir de entonces, sin que en ello vayan a influir los cambios que introduzca en la dirección del partido en el próximo congreso regional, para el cual Herrera hace un llamamiento a la integración.

Realmente, pocas eran las diferencias y distancias entre ambos aspirantes, salvo el patrocinio, pues ambos son hombres del aparato regional del PP, especialmente el que será nuevo presidente y en sus currículos se aprecia que los dos en su mayor parte han vivido y viven de la política, en un cargo u otro, y así será siempre, por muchos años, que en último caso ahí está el Senado o las puertas giratorias que llevan a los consejos de administración de empresas, públicas o privadas. Por ahora, en su inmediata cita del 1 de abril, los compromisarios del PP castelleno-leonés ratificarán a Mañueco en el cargo al que le han aupado, en inéditas elecciones primarias, las escasas bases del partido que participaron.

Sin mucho entusiasmo, a juzgar por los datos, porque en esta primera experiencia o ensayo de democracia interna en el PP, poco mas de un 10% de los militantes han participado. El hecho de que para votar hubiese que estar al día con las cuotas, inscribirse antes, ir a votar y dejar la papeleta en una urna, y sobre todo que era un asunto que a buena parte de ellos les traía sin cuidado alguno, limitaron el interés y las expectativas pues además la apuesta por Mañueco era fija en las sedes del PP en las nueve provincias, aunque Silván también contase, ganando en su feudo leonés y en Palencia. Pero bueno es que por fin el partido de Rajoy se abra un poco para sus militantes, simpatizantes y votantes.

En cuanto a las consecuencias de la bicefalia que se va a producir, pues tampoco parece que sea un problema tan inquietante como algunos temen, y más si se tiene en cuenta que Mañueco ha sido secretario general, o sea el número dos del partido, tras Herrera, aunque sus relaciones no fuesen fáciles ni fluidas últimamente. Que el presidente tuviese como favorito al otro candidato, a Silván, por supuesto que quiere decir algo, abriendo posibles confrontaciones, pero el PP es un partido de pensamiento único, sin facciones ni apenas tendencias, lo que hace presuponer que en ese sentido todo continuará como estaba. Aunque la Junta trabaja con las directrices políticas que se le marcan y que ahora marcará el nuevo barón desde Salamanca, que puede pasar factura a quienes han estado en su contra.

Queda la incógnita de si Herrera aguantará al frente del Gobierno de la comunidad los dos años que faltan para las elecciones autonómicas. Si Silván hubiese sido el presidente regional del PP, tal vez se fuese, y no tardando demasiado. Pero así la historia arranca de otra manera y pasa a ser otra.