Después de demostrar a Podemos que sí se puede retransmitir la misa de los domingos por la 2 de TVE, no se debe olvidar que fue récord de audiencia tras la movilización en respuesta a las ínfulas de Pablo Iglesias, los podemitas siguen en su empeño de borrar el signo de la cruz de la vida civil y militar de los españoles. Un tal Julio Rodríguez, miembro del Consejo Ciudadano de Podemos y exjefe del Estado Mayor de la Defensa por obra y gracia de la entonces ministra del ramo, Carmen Chacón, que se equivocó de medio a medio, considera no sólo que TVE "no debería" retransmitir la misa de la polémica, sino que ha apostado por quitar los capellanes de las unidades militares.

El tal Rodríguez siempre ha sido una especie de culo mal asiento. Ni de civil ni de militar tiene remedio. Bueno, lo de militar siempre le vino grande. Sustituyó a uno de los grandes, el General Félix Sanz Roldán y la suya fue la etapa peor y más oscura que se recuerda. Rodríguez se ha mostrado partidario de quitar los "capellanes castrenses". Lo cierto es que admite que es un servicio que hay que prestar para, a renglón seguido añadir: "Igual que habría que prestar de otras confesiones religiosas". No me diga más. De la islámica por encima de cualquier otra, de la budista y de la sintoísta. Porque resulta que en nuestras Fuerzas Armadas, budistas, sintoístas y mahometanos son mayoría. Están que se salen.

Aunque es verdad lo de la aconfesionalidad del Estado español, no es menos cierto que los hombres y mujeres que forman la nómina de nuestros ejércitos son de mayoría católica. Incluso los que no lo son, en momentos de peligro y de angustia, siempre apelan a la Virgen María, en sus distintas advocaciones, y a Dios nuestro Señor. Y por eso no son ni menos hombres ni menos mujeres. Lo que tampoco se puede obviar es el decisivo papel de los capellanes castrenses, cuántos de ellos curas muy jóvenes, curas de su tiempo, que es este, y que están en perfecta sintonía con los problemas actuales, con todo aquello que pueda atribular a un joven soldado.

Lo de Julio Rodríguez son ganas de joder la marrana. Me pregunto qué le habrán hecho los capellanes castrenses a este tío que no vale ni para sacar los votos necesarios con los que calentar escaño en el Congreso de los Diputados. Su cara lo dice todo, su nula valía lo demás. Rodríguez es militar de despacho y no sabe que todos los días, son muchos los militares españoles que se la juegan en distintos escenarios internacionales repartidos por todo el mundo. Estoy por apostar que, en momentos difíciles, de este podemita a todas luces impresentable no se acuerdan, pero de Dios, sí. Y si tienen a mano un capellán que les reconforte, miel sobre hojuelas.

Hace falta ser miserable y canalla para arremeter contra los que un día fueron sus compañeros, y eso Julio Rodríguez lo borda.