a lo que parece, los partidos independentistas del Parlamento catalán preparan en secreto un texto legal que permitirá la proclamación de la república en aquel territorio sin darle tiempo al gobierno del Estado para que lo impugne ante el Tribunal Constitucional y este lo suspenda cautelarmente una vez haya constancia de su existencia en algún documento oficial. Así descrita, la operación parece un tanto rocambolesca pero por lo que se puede leer en algunos medios se está llevando a cabo con total discreción y seriedad por un grupo de cuatro disputados, uno de la antes llamada Convergencia, otro de Esquerra Republicana y dos de la CUP, a los que ha de sumarse como principal muñidor de la iniciativa al jurista Carles Viver Pi-Sunyer, que fue vicepresidente del Tribunal Constitucional.

Del contenido de ese texto súper secreto se sabe poco excepto que en su artículo primero se expresa que "Cataluña se constituye en una república de derecho, democrática y social", y en una disposición final se condiciona la entrada en vigor a la victoria del sí en un referéndum por la independencia, que se celebrará "si el tiempo y la autoridad competente no lo impiden" antes del fin del próximo septiembre. Condicionar la eficacia jurídica de un texto que representaría la separación definitiva de un territorio que forma parte de otro Estado a la celebración de un referéndum que el gobierno de ese mismo Estado califica de antemano como ilegal parece un salto en el vacío pero con freno y marcha atrás. Y más todavía cuando se nos informa de que el citado texto clandestino será aprobado en vía de urgencia y a petición de un grupo parlamentario en el curso de un pleno cualquiera alterando sobre la marcha el orden del día para no dar pistas a los opositores.

Una chapuza legal que se habilitó mediante la previa reforma del reglamento parlamentario por la mayoría soberanista. Como todo el mundo sabe, la publicidad en el trámite de elaboración de una norma es un requisito fundamental de su eficacia, y en esta todavía non nata se ocultan deliberadamente todos los pasos de la gestación. De tal forma que cuando llega su presentación en sociedad ya es una moza desarrollada y en condiciones de decidir por su cuenta. Es imposible predecir el desarrollo de un proceso en el que se juntan elementos pasionales, legales y políticos tan variados, pero mientras el asunto esté en manos de abogados (se desarrolle en el campo del debate jurídico) podemos estar tranquilos. Los abogados tienden a dilatar los asuntos y a enredarlos mientras maniobran a favor del interés de su cliente y del suyo propio, pero no disparan más que argumentos. El peligro vendrá cuando se quiebre gravemente la legalidad vigente para instaurar otra distinta. Desde una perspectiva histórica, todos los intentos de constituir en Cataluña una república (Pau Claris en 1640, Maciá y Companys durante el periodo republicano) terminaron de forma trágica y no es deseable que algo parecido se repita. Quizás se vería con más simpatía la causa soberanista catalana si sus valedores hubieran propuesto una solución federal republicana para el conjunto del Estado, y no solo para ellos.