Se hacen majestuosas declaraciones sobre cuanto queremos a las zonas rurales y cuidamos de su población. Y de vez en cuando nos enteramos de que el proceso de recentralización y abandono de las necesidades de sus resistentes y pacientes pobladores es evidente y además por real decreto. Este miércoles, 8 de marzo, este periódico publicaba las dos siguientes informaciones sobre las que reflexiono: "El Registro la Propiedad de Puebla de Sanabria pasa a depender de Benavente" y "Los celebrantes de la palabra harán posibles los actos de Semana Santa en la zona".

La primera se refiere a las instituciones de los registros de la propiedad. He visto subir escaleras con mucho trabajo a gentes ancianas, mayores, con muletas. Iban al Registro de la Propiedad. Y pensé que las autoridades competentes, competentes en el sentido de que les compete, que tienen atribuciones sobre las mismas para mejorar cosas, no que sean competentes en el sentido de saber hacer las cosas mejor, si no saben esto y procuran que los locales para estos servicios sean sin impedimentos o con ascensores. También es sabido que llevas los papeles a los registros y allí se eternizan. No hay tiempos. ¿Falta de personal? ¿Falta de laboriosidad? Cualquiera sabe. Lo que sí sabemos todos es que los registradores de la propiedad no viven mal y cobran bien. Una profesión, dicen que dura de difícil acceso, pero bien remunerada. Ahora y por este periódico nos enteramos que en la provincia, al menos Puebla, Fuentesaúco y Alcañices pierden esos servicios y se suman a Benavente, Toro y Bermillo de Sayago. Más desplazamientos, más gastos, más esperas, más accidentes en carretera, más incomodidades. Así queremos a nuestros pueblos y sus gentes. Y nuestros representantes diputados, senadores en Madrid o en Valladolid o los representantes en la Diputación ¿Qué han hecho para impedirlo? ¿Sólo cuenta la rentabilidad? A esto llaman reorganización del territorio? Registros de la Propiedad, servicios a los que todos acudimos varias veces obligados por ley, son alejados de nuestros lugares de residencia. Luego se extrañan que la gente emigre y marche donde sea más fácil el acceso a los servicios.

La otra información se refiere a que con mucho celo, buena intención posiblemente, los curas de Aliste , como harán otros y en otros lugares posiblemente, se aprestan a distribuir entre los celebrantes de la palabra los servicios de Semana Santa en los pueblos de la comarca, que en estas fecha por cierto se llenan. De nuevo a los pueblos, servicios religiosos y ministros de tercera, aduciendo que no hay de primera, ni de segunda. Puestos a descentralizar sean ya los celebrantes quienes con los pueblos directamente estudien y programen horarios, actos y participación. Veremos, sin embargo, desfilar en procesiones de la capital, capellanes de cofradías bien revestidos de pluvial aunque no llueva, pero presta mucho, y por supuesto en las iglesias de la urbe no carecer de nada. Y a esto llamaremos querer y atender a todos por igual. Pues que así sea pero entre todos, especialmente las autoridades, son corresponsables en un buen grado de la huida de nuestras gentes y el vaciado de los pueblos.