Este fenómeno ocurre varias veces al año. Zamora tiene en Madrid una Casa: la Casa de Zamora. Y a ella vienen con cierta frecuencia zamoranos más o menos ilustres, que quieren mostrar a los miles de zamoranos que residen aquí alguna novedad o algún invento de menor cuantía que tiene por autor, inventor, o divulgador a un zamorano o a un amigo de los Zamoranos, incluso amigos de la misma Zamora. Pero el sábado, 17 de febrero de 2017, los visitantes nos trajeron a la Zamora más genuina, aunque fuera en fotografía. Instalaron aquí una expo-sición, que durará hasta entrado el mes de marzo, en la que aparecen manadas o pequeños grupos de ovejas, en diversas actitudes, recorriendo en su transhumancia pueblos zamoranos o ciudades lejanas, con la maravilla tranqulizante del horizonte y el cielo pueblerino, que tanto dice a quienes añoramos aquel silencio en este bullicio que nos martiriza cada día.

La exposición puede mostrar esa belleza de la tierra perdida a todos los numerosos zamoranos (y no zamoranos) que gusten de la vida sencilla y diaria del pastor; las fotografías y los textos que las acompañan, enseñarán algo a quienes desean saber cosas de los pastores que llevan a cabo algo tan antiguo y de cualquier tiempo como es la transhumancia de los ga-nados españoles, que "capean el temporal" -nunca mejor dicho- viajando del norte al sur en el otoño para regresar del sur al norte en la primavera. Tenemos en Madrid la oportunidad de verlo cada año; pero no es lo mismo. Aquí cruzan rebaños muy numerosos pisando, con sus pezuñas no acostumbradas, el pavimento urbano de la Gran Vía, "cañada" de siglos reservada para ese cometido; las ovejas , algo asustadas, nada quieren saber de edificios tan altos y escaparates tan luminosos; siguen su marcha, escrupulosamente "aborregadas", deseosas, seguramente, de librarse del piso duro y tantos curiosos que se agolpan en las aceras para contemplar el tan desusado espectáculo. En la exposición se puede ver a las mismas ovejas, en pequeños grupos y, junto a ellas, aquellos pueblecitos de casitas bajas y el campo que rodea los pueblos y proporciona al ganado mantenimiento y solaz.

Pero he dicho que el sábado, 17 de febrero de 2017, vino Zamora a Madrid. Presentaron la exposición el magnífico fotógrafo, autor de las fotografías que nos la muestran, Félix Navarro de la Luz, y el redactor jefe del diario zamorano "La Opinión-El Correo de Zamora", Celedonio Pérez Sánchez, que nos ilustró adecuadamente, en conferencia, magnífica por la exactitud de los datos y la concreción temporal, sobre la trayectoria histórica de este fenómeno tan señalado para las tierras zamoranas como es el traslado de los ovinos obligado por las inclemencias del tiempo en el clima invernal zamorano.

Y no quedó ahí todo. El coloquio, en el que quienes preguntan no se ciñen nunca al objeto de la conferencia, se trataron problemas zamoranos, en especial algunos tan acuciantes como el despoblamiento que, muy abundante cada año, va reduciendo considerablemente la población de la capital -pero mucho más en la población rural, tan importante en nuestra provincia-. Son maravillosas, por una parte, las millonarias cantidades de litros de leche que cada año exporta Zamora; y, por otra, la cantidad de jóvenes que emigran de la provincia; y no muy temporalmente, como el ganado; sino para toda su vida laboral, aunque la llamada de la tierra suene imperiosa para muchos cuando les ha llegado el tiempo de la jubilación. Los pueblos van quedando sin gente; permanecen unos muy pocos vecinos (se cuentan con los dedos de una mano, muchas veces) y todos de avanzada edad. Afortunadamente, en verano la vida tranquila de los pequeños pueblos y la bonanza del frescor en la mayoría de ellos que palia el calor asfixiante del ardiente verano español, recuerdan al emigrante aquellas minúsculas localidades de donde salió buscando una vida más acorde con las aspiraciones modernas. Pero un par de meses al año, en el mejor de los casos, no significa nada en comparación con los largos diez meses restantes. La condición agropecuaria de la provincia de Zamora puede ayudar a mejores condiciones habitacionales y mayor número de pobladores permanentes. Cuando se habla de ampliación de empresas que se alimentan de la leche y el queso, se advierte un pequeño respiro en las mentes zamoranas. Hay que poner todos los medios posibles y uno de ellos -aunque no sea muy significativo- es la exposición instalada en la Casa de Zamora en Madrid. ¡Que se aumente el número de visitantes y que se animen los visitantes a vivir esa vida tranquila y provechosa que la ganadería lleva a unas tierras de paradisíaca bonanza!