De Francesc Homs, portavoz del PDeCAT, sabíamos que es desleal, falso, soberbio, patrañero, hipócrita y cobarde, muy cobarde. Lo son todos los independentistas catalanes que se hacen acompañar hasta las puertas de los Juzgados por mogollón de correligionarios, temerosos de lo que les pueda pasar en el camino. Lo que de Homs no se sabía es que fuera adivino, gurú, vidente. Muerto de miedo como en realidad está ante la posible sentencia condenatoria del Supremo que le dejaría fuera del juego político, Homs ha aventurado que si el proceso judicial por la consulta del 9N acaba en condena "será el fin del Estado español", porque se constatará, a su juicio, que "la democracia puede ser castigada con el Código Penal". ¿Qué democracia? La que los independentista se han trabajado a su medida, a sus intereses que no son los mismos que los del resto de catalanes? Pero qué dice este individuo que no sabe lo que dice.

Eso es lo que Homs, Mas, Forcadell y compañía quisieran, el fin del Estado español para hacer lo que pretenden eso sí, con fondos del Estado español cuya ubre siguen exprimiendo al máximo, mientras, merced al 3% y alguna que otra fullería más, algunos se lo han llevado y se lo llevan crudo. El juicio a Homs no es un juicio "innegablemente político" como no ha dudado en manifestar. Homs es un representante del Estado español, mal que le pese, que constantemente se burla en público del Gobierno de la nación y de sus más altas instituciones, no había más que ver el tono, los modos y las formas empleados por este señor, al dirigirse al fiscal y demás magistrados del alto tribunal.

La actitud de Homs y fundamentalmente sus hechos merecen una respuesta ejemplar de los Tribunales. Ahora que tanto se busca la ejemplarización en las condenas, a ver si se les pierde el miedo a estos tipos que están dando un continuo golpe de Estado y se les retiran todas las prebendas que por su condición de aforados tienen. Y si deben pasar por la cárcel en su condición de sediciosos que los alberguen una temporada y les bajen los humos independentistas. Esta gente está constantemente atentando contra la Unidad Nacional con elementos como el susodicho y con argumentos falaces. Hay que cerrarles el grifo sin contemplaciones y en base a la ley.

En su comparecencia en el Supremo se puso de manifiesto la chulería y la constante provocación de este tipo que se contradijo en infinidad de ocasiones. Espero y deseo que semejante actitud no haya pasado desapercibidas a los ojos de sus señorías. Hay que perderles, no el respeto, como hacen ellos, pero sí esa especie de miedo o de recelo que se tiene a los poderes públicos catalanes. Todos ellos están de mierda hasta el cuello. Lo que hicieron el 9N merece un castigo ejemplar. Sobre todo para quienes dieron la orden y, a renglón seguido, para los que la ejecutaron que tampoco están libres de culpa. Homs, Mas, Forcadell y compañía llevan mucho tiempo burlándose del Estado y vulnerando lo más sagrado.

En España no hay juicios políticos, lo que sí se empieza a vislumbrar es una clara voluntad de hacer cumplir la ley a todos los políticos para que no haya espacios de impunidad como en el que pretenden acogerse los que envolviéndose en la estelada pretenden mutilar el derecho de los ciudadanos catalanes a sentirse españoles.