Manitas de plata", este es el título de una crónica que se publicaba el 1 de diciembre de 1927, en un periódico local, dedicada a elogiar el virtuosismo de una simpática y bella zamorana que había dado un concierto de piano en la vecina ciudad de Salamanca. Esta novel pianista deleitó al auditorio con un selecto recital en el que interpretó piezas clásicas como la Marcha fúnebre de Chopin y la Zambra morisca, entre otras.

El comentarista decía que se trataba de una Eva moderna y valiente por su ideología y cultura, no solo musical, sino también literaria, con un gran temperamento artístico y capacidad interpretativa. Se refería la crónica a Amparo Barayón Miguel, una señorita hija de acomodada familia zamorana, su padre, Antonio Barayón Azcona era propietario del café Iberia, donde se reunían algunas tertulias políticas de la época. Amparo, mujer activa e independiente, se fue a Madrid a trabajar en Telefónica. Allí conoció a Ramón J. Sender, un escritor que comenzaba a ser famoso. Convivió con él y después de tener su primer hijo, se casaron por lo civil en El Escorial; cuando tuvieron su segunda hija, en Zamora la vida de esta familia se convirtió en tragedia.

En agosto de 1936, los dos hermanos de Amparo fueron asesinados. El 10 de octubre le quitaron a la niña y el 11 por la noche la fusilaron en el cementerio de Zamora. Más que un ajusticiamiento político, parece ser que se trató de una maraña de envidias y venganzas desatadas en aquel verano del 36. Un antiguo pretendiente al que había rechazado fue el que la envió al patíbulo. La versión oficial fue que se casó con un escritor de izquierdas y no era un matrimonio como Dios manda, por lo que un cura le negó la absolución por no estar casada por la Iglesia.

Ramón J. Sender se unió al 5.º Regimiento de Madrid y llegó a capitán del Ejército Popular. Al final, derrotado y descontento del comunismo, pasó a Francia, donde se reunió con sus hijos gracias a la Cruz Roja. Entre los pañales de su hija Andrea encontró una nota de su mujer en la que le pedía que cuidara de los niños y que nunca perdonara a quienes la denunciaron y asesinaron. Luego, marchó a Estados Unidos, donde escribió algunas de sus mejores novelas.

Parece ser que aquel pretendiente murió loco y que el cura que le negó la absolución tuvo que irse de Zamora al caer en desgracia entre la vecindad.

El libro "Muerte en Zamora", escrito por el hijo de Ramón y Amparo, Ramón Sender Barayón es una búsqueda de aclaraciones sobre la muerte de su madre y las circunstancias que rodearon a aquella pesadilla.