El sectarismo de algunos dirigentes catalanes raya con la paranoia. Empeñados como están en borrar del mapa todo lo que sepa, suene o huela a España, país del que ellos forman parte con sus butifarras, sus escudellas, sus esqueixadas, sus barretinas y sus sardanas, son capaces de incurrir en atropellos como el que ha protagonizado Ada Colau, ¿y van?? Esta señora que parece tener salidas para todo, aunque sea por la tangente y algunas veces incluso por la secante, se ha escudado en la normativa lingüística del Ayuntamiento de Barcelona para justificar que antepusiera el uso de dos lenguas extranjeras como el urdú y el tagalo al del castellano en carteles elaborados por el Consistorio para convocar a la ciudadanía a dos foros de participación organizados por la corporación municipal.

A esta señora, el embarazo no le está sentando nada bien. Tiene alucinaciones, aires de grandeza y además busca la notoriedad a través de la arbitrariedad. De activista a alcaldesa de Barcelona. Y le viene grande. No cae en la cuenta que es la alcaldesa de todos, de los que hablan catalán, y urdú y tagalo, si es que hay alguno en toda Cataluña, pero también, ¡cómo no!, de los que hablan el idioma de Cervantes. Quizá no ha caído en la cuenta, a tenor de las últimas reivindicaciones catalanas, que don Miguel de Cervantes nació en Mollerusa, Tarrasa, Ripollés o San Boi de Lobregat, y que Don Quijote no es un caballero manchego, sino un "molt honorable pagès", pero sin la "mala llet" de Jordi Pujol.

La Colau empezó ninguneando el Ejército español, cuya salida de Cataluña ha pedido, pero al que siempre recurren en caso de catástrofes naturales o no. En fuegos, riadas y grandes accidentes, si no fuera por el Ejército español, los catalanes las iban a pasar canutas, que rima perfectamente y en consonante con la palabra que usted está pensando, querido lector. El único partido que le ha pedido explicaciones a esta señora tan sectaria, que no duda en mandarnos a España y a los españoles a tomar por el saco, pero a la que no importa mostrar su embarazo y dejarse fotografíar en sendos reportajes en revistas españolas (una de las múltiples contradicciones de esta gente), ha sido el Partido Popular. Los demás o no saben y por lo tanto no contestan o no se han enterado de lo ocurrido porque, como reconoce Eduardo Madina: "Hay quien piensa en sí mismo, luego en el partido y, por último, en España". Los tenemos más que calados.

¡El Gobierno de la Colau se defiende diciendo que lo único que hizo fue "incorporar dos lenguas que interpelan a población habitualmente silenciada, pero con una presencia caudal en la calles de Barcelona: el tagalo y el urdú". ¡Tiene 'cullons'! De verdad que los tiene. El urdú se habla fundamentalmente en Pakistán y que se sepa no hay una población pakistaní ni mayoritaria ni minoritaria en Barcelona, ni en toda España. Pero son ganas de jod?obar a los habitantes de habla castellana que, en Barcelona, son mayoría, mal que le pese a esta y a otras y otros como ella, que son los que ahora asientan sus catalanes "culs" en el poder de buena parte de las instituciones de Cataluña. Bien es verdad que no ofende quien quiere, sino quien puede. Colau está por tocar los 'cullons' de forma tan sectaria y absolutamente antidemocrática. Ya tendremos ocasión de tocarle sus catalanes "ovaris" llegado el momento. Sabido es que quien ríe el último ríe mejor.