Como el tango de Gardel, con cien años más de los que su letra menciona, podríamos escribir: "Sentir/ que es un soplo la vida/ que veinte años no es nada /que febril la mirada/ errante en las sombras/t e busca y te nombra".

Son 120 los años que este febrero cumple la cabecera "EL CORREO DE ZAMORA". Más de cuarenta y tres mil días saliendo a la calle, llegando y llevando a las casas de los zamoranos el pulso de su ciudad y provincia. Ahora que vivimos los tiempos más críticos de su historia para la prensa de papel en todo el mundo, sin que la ventaja en difusión universal del soporte digital compense la caída del número de ejemplares vendidos y lectores conseguidos por la edición tradicional, es buen momento para echar la vista atrás y rendir homenaje en este, a todos los diarios que, como su propio nombre indica, nos han venido trayendo cada día noticia de lo más cercano y de lo acaecido en los más recónditos lugares del planeta.

La prensa es la mejor garantía para la supervivencia de la libertad y por ello obsesivo objeto de deseo para quienes pretenden controlar, limitar y cercenar el ámbito de las libertades civiles e individuales. Con todos sus defectos, sin la prensa el mundo sería hoy mucho peor de lo que es.

Siendo máxima más que conocida la de que lo único que es verdad segura en cualquier periódico es la fecha, mientras que el resto puede estar sometido a la subjetividad o los intereses particulares, resulta de ello que la independencia de criterio y la libertad no se instalan en una u otra cabecera concreta y determinada, sino que resultan de la confluencia y choque, a veces virulento, de todas las que existen con sus dispares principios fundadores, ideario y línea editorial.

Y con ellas los periodistas, soldados de una vieja profesión tan denostada como temida, que cada día tejen las historias que, como Penélope, la noche desteje para al día siguiente volver a andar el camino, surcar de tinta las mismas páginas e ir, de forma imperceptible y con la exactitud del más perfecto reloj suizo, adaptando el lenguaje, el pensamiento y los valores al pulso vital de una sociedad siempre en movimiento, en evolución y ebullición. Como Gardel en su "Volver": "La vieja calle/ donde me cobijo/ tuya es su vida/ tuyo es su querer", periódico y periodista tienen su razón de ser no en los despachos oficiales, sino en la calle.