Al paso que va la burra, en los próximos planes de estudio, si los hubiera o hubiese, habrá que incluir una asignatura que se llame Conocimiento de la Corrupción, o Introducción al Llevárselo Crudo, o algo así. Formaría parte de un programa más ambicioso y necesario: obligar a todo quisqui, ya desde niño, a saber Derecho y ser un experto en leyes, reglamentos, órdenes, disposiciones y demás. ¿No hay una materia que se llama Conocimiento del Medio, aunque muchos de los que la imparten en estas tierras no sepan distinguir el trigo de la cebada ni un chopo de una encina? Pues, habrá que poner otra que se llame Conocimiento de la Vida, o Conocimiento de la Realidad, o, simplemente, la Puta Realidad, que se adapta mejor al entorno. El objetivo básico sería que los chavales sepan desde su más tierna infancia con lo que se van a encontrar cuando abandonen el nido familiar, si es que los pobres pueden abandonarlo alguna vez.

La vida, o la puta realidad, les va a enseñar enseguida que, aquí y ahora, no se puede aspirar a nada si no se sabe qué es la prevaricación, el dolo, el cohecho, el tráfico de influencias, el fraude, la participación lucrativa, etc, etc. ¿Es posible entablar una conversación decente si uno es un ignorante en fianzas o en prisión preventiva eludible?, ¿no se arriesga a que le retiren la palabra las amistades si se declara un indocumentado en apropiación indebida?, ¿no pondrá en un brete su futuro si balbucea al decir administración desleal?, ¿no caerá un baldón vergonzoso sobre su familia si usted no sabe valorar sentencias, opinar sobre penas y despotricar contra las absoluciones o los castigos desmesurados?, ¿quién le va a respetar si no entiende de recursos ante la Audiencia Provincial, el Tribunal Superior de Justicia, el Supremo, el Constitucional o el Tribunal de Estrasburgo?, ¿se ganará la admiración de alguien si no recita de memoria varios artículos del Código Penal o habla como si fueran amigos íntimos del contencioso-administrativo, del Aranzadi o de la jurisprudencia?, ¿cómo tiene amueblada la cabeza un señor que no diserta sobre el carácter conservador o progresista de tal o cual magistrado y su lógica influencia en instrucciones, desarrollo de vistas orales y fallos?

Por eso, para evitar todos estos males y engorros hay que preparar a los muchachos (y muchachas) desde que dejan de mamar. Nada de dar prioridad a las Matemáticas, a la Lengua, a la Geografía o al Cálculo Infinitesimal; lo suyo es colocar, al menos a la misma altura, al Derecho como parte del Conocimiento de la Vida. Y así el crío, cuando llegue a casa, sabrá de qué va la copla en cuanto oiga a su padre jurar en arameo por una sentencia que no le gusta o pedir mano dura, dura, ante las imágenes que ofrece la tele. Y comprenderá fácilmente las carcajadas de su abuelo cada vez que escucha eso de que la Justicia es igual para todos; no como ahora que, al sentirlo reír sin contención, cree que el yayo se ha vuelto tarumba y que hay que ingresarlo como cuando oyó a una autoridad asegurar que el sistema financiero español gozaba de excelente salud y a él acababan de desplumarlo entre preferentes, devaluación de acciones, hipotecas, cláusulas suelo y menudencias similares.

Bien educados desde la escuela primaria (o la guardería, si puede ser), los niños se enfrentarán a la selva que les espera con más garantías que ahora. Verbigracia: si se topan con un gerente-tesorero bien vestido y peinado para atrás no se fiarán del todo, como ocurría hace años, sino que se darán con el codo y murmurarán : "Ojito con ese, que lo mismo va a Suiza a esquiar". Y si se encuentran con presidentes de Andalucía no le pedirán autógrafos, sino que les preguntarán: "¿Y tú quién EREs?". Y mejor me callo sus reacciones cuando en los cuentos infantiles salgan infantas rubias y caballeros apuestos que hablen en plural mayestático, o sea que en lugar de decir yo digan noos. En fin, que habremos adelantado mucho si los futuros retoños salen de la EGB, o como se llame ahora, con el Derecho aprendido y sobresaliente cum laude en Conocimiento de la Vida. Será una maravilla, y un orgullo, oír a un crío de siete u ocho años argumentar sobre prevaricaciones, fraudes, tráfico de influencias, sentencias, recursos, fiscales, abogados defensores, tribunales?

Así que manos a la obra que el tiempo apremia. Que los expertos, que son muchos, comiencen a diseñar un plan de estudios que recoja todas las vicisitudes y follones de la actualidad para que los chavales salgan preparados y puedan enfrentarse a lo que se les venga encima. Y de entrada que sepan que, como escribió y dibujó El Roto: "La Justicia es igual para todos; las sentencias, no". O no tanto. Y dejémoslo ahí.