Más corrupción, como si hubiera poca. Y en el seno del PP. Así que cada vez más se escucha ese mantra o latiguillo del "soy de derechas pero no del PP". El caso es que hace pocas fechas se daba a conocer como una juez había visto indicios de presuntos delitos en el presidente de la comunidad de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, que gobierna gracias al apoyo de Ciudadanos, y que se defiende insistiendo en que se trata en realidad de irregularidades administrativas de su época de alcalde en la provincia, en Puerto Lumbreras. Esto de las irregularidades, en Zamora nos suena mucho.

Puede ser, ya se verá, pero por lo pronto, el asunto que parecía haber quedado paralizado por posibles presiones y a la par por la celebración del congreso del PP, ha vuelto a cobrar vida y plena actualidad pues el presidente murciano ha sido llamado a declarar como imputado, el próximo 6 de marzo, acusado de supuestos delitos de fraude, malversación y falsedad documental, todo ello en relación con la adjudicación, instrucción y recepción de un auditorio público enclavado en el municipio del que entonces era regidor municipal. Una obra que se relaciona con el caso Púnica.

Tan confiado parecía y parece el hombre en la legalidad de su gestión anterior que llegó a declarar públicamente no hace tanto tiempo que si llegaba a ser imputado, se iba a su casa. Pues ha llegado la hora de coger la puerta. Y eso es lo que le ha exigido de inmediato, a él y a su partido, su socio en Murcia, Ciudadanos. Y es que los de Rivera, a la hora de firmar su apoyo, habían concretado que si hubiese cualquier imputación por corrupción, el abandono del cargo habría de ser inmediato, sin esperar más, aunque luego en caso de absolución pudiera reincorporarse al puesto abandonado.

Tan en serio se lo ha tomado C´s que si el presidente sigue están dispuestos, o eso han asegurado, aunque es difícil de creer que no se trate de un mero farol, a aliarse con el PSOE y hasta con Podemos y con quien sea menester para presentar una moción de censura en la región que acabaría expulsando al presidente. Esa es, además, una de las condiciones generales que impuso Rivera en aquel exigente documento que hizo firmar a Rajoy cuando la investidura, pero que los hechos están demostrado ser papel mojado, pues el PP manda y a C´s solo le queda tragar.

Rajoy, mientras, como siempre, o sea: tranquilo, pidiendo prudencia y todo eso, filosofando incluso sobre la humanidad de la presunción de inocencia y su vieja teoría de que nadie debe abandonar un cargo solo porque se le impute, t eniendo que esperar a que sea condenado por la justicia. Por cierto, que pese a ls esfuerzos del Gobierno para que a los imputados se les denomine investigados, todos seguimos llamándoles imputados, un término que se aproxima mas a la realidad. Pero pese a todas las leyes de transparencia y a todos los compromisos, Rajoy continua como siempre, defendiendo lo indefendible. Y ya blindado por el jefe, el de Murcia afirma que solo dimitirá si se le abre juicio oral, tras lo cual luego podrá decir que se irá cuando sea condenado.