Cayó Errejón, como estaba más que previsto y cantado, dentro de la purga siguiente al triunfo definitivo del líder Pablo Iglesias, indiscutible a lo que se ve, en la pasada asamblea de Podemos. Sólo unos días después se reunió la directiva del partido, que allí se denomina Consejo Ciudadano, por parecer siempre diferentes aunque en el fondo sigan siendo iguales que todos los demás grupos políticos, con todos sus defectos representados y acumulados, y la primera y principal decisión fue dar la patada a quien había sido el número dos de la formación y su portavoz en el Congreso, aunque eso sí prometiéndole a cambio que será el candidato de Podemos a la comunidad de Madrid dentro de un par de años.

No hay piedad para los vencidos, y mucho menos cuando los derrotados mantenían posturas tan diferentes y distanciadas, al menos en la forma. Errejón se había convertido en el paladín del diálogo y la izquierda socialdemócrata, mientras Iglesias apostaba cada vez mas fuerte por un radicalismo a ultranza, una especie de ultraizquierda revolucionaria que poco tiene que hacer en los tiempos actuales, tan lejanos ya a cuando la gente no tenia nada que perder. Bien le viene esta actitud al PP, que ni siquiera necesita seguir cultivando el miedo a Podemos, y lo mismo a PSOE y Ciudadanos. En realidad, el radicalismo de Podemos es el mejor bastión para el bipartidismo, con los de Rivera como apéndice.

El caso es que aun sin ir a Sevilla, Errejón perdió su silla y no solo deja de ser portavoz del grupo parlamentario sino que pierde, y eso es relevante de cara al futuro, la secretaría política. Como representante de los diputados de su partido, Errejón es sustituido, como estaba anunciado, por Irene Montero, jefa del Gabinete de Iglesias y anterior portavoz adjunta, pero la secretaria política desaparece y el antes número dos se ocupará de una vicesecretaria de estrategias y cambio, un área menor. Pero no es esto lo peor para su facción, porque pese a obtener el tercio de los votos en la asamblea resulta que a la postre su presencia en el Consejo Ciudadano va a ser mucho menos proporcional, con el equipo de Iglesias copando todos los puestos. Hasta hay una vicesecretaría de feminismo, toma ya. El que se queda como estaba, pero aun con más poder, es Echenique, el secretario de organización.

Tiempo de mudanzas, pues, en Podemos, que se va a extender por todos los puntos del país, y en lo que Zamora ha sido pionera, con la dimisión la semana pasada del secretario del partido en la provincia, Braulio Llamero, que aduce motivos personales, y les tendrá, pero en cuya actitud es fácil vislumbrar otros motivos, relacionados con todo lo que está ocurriendo en su partido, en el que continúa, pero ya sin cargo y con desencanto evidente. En su despedida aseguraba que su marcha adelanta lo que de todos modos hubiese sucedido luego, dados los cambios que en Podemos se avecinan con nueva directiva y nuevas directrices. Llamero estaba más cerca de Errejón, de su filosofía práctica, y en contra de la unión con los comunistas de IU. Y ha pasado lo que tenía que pasar. La experiencia en España demuestra que ha habido muchas personas válidas que se han ido de la política, por el "no es esto, no es esto".