Parece que las relaciones entre el Ayuntamiento de Zamora y la Junta de Castilla y León están destinadas a seguir marcadas por una cadena de habituales desencuentros y encontronazos aunque, por suerte, y gracias a la voluntad dialogante y negociadora de ambas partes, hasta ahora los asuntos se vayan resolviendo sin conflictos mayores, si bien quedan asuntos arduos por resolver.

Es lo normal, por otra parte, cuando se trata de las relaciones políticas, sobre todo si son de carácter económico, entre dos administraciones distintas y gobernadas por partidos de diferente signo, como ocurre en el caso zamorano. Cuando eso sucede no existe el compañerismo, el compadreo, el hoy por ti mañana por mí, y cada cual va a lo suyo y defiende sus intereses, que no siempre, sino casi todo lo contrario, coinciden con los de los ciudadanos. Que se lo pregunten sino a los vecinos de los pueblos cuyas corporaciones municipales no están gobernadas por el partido en el poder regional, y que siempre se quejan, y con razón la mayoría de las veces, de agravios comparativos.

La deuda moral y de la otra clase que la Junta tiene con Zamora es histórica y además enorme y se remonta a siempre, pero nada se ha hecho nunca en especial por la provincia, ni por la capital. No solo eso, sino que Zamora sigue siendo la gran marginada, y no hace falta, aunque se puede hacer, sacar a colación una larga lista de ejemplos. Lo cierto es que, incluso antes, con Ayuntamientos del PP, tampoco se recibió ningún trato favorable, así que ahora menos cabe esperarlo cuando son IU y PSOE quienes mandan en la Casa Consistorial, después que los zamoranos castigaran en las urnas a los anteriores gobernantes locales tras 20 años, sobre todo los ocho últimos, en los que la ciudad conoció su peor estado a todos los niveles, con muchas promesas y muy pocas realidades.

El encontronazo de ahora lo han propiciado, según se entiende desde la Alcaldía, unas palabras del presidente Herrera, que refiriéndose a los proyectos pendientes, afirmaba que tendría que ser el propio Ayuntamiento el que decidiese entre las obras del centro cívico y las del nuevo Conservatorio, lo que ha sentado muy mal a Guarido que ha calificado de chantaje la postura. A lo del centro cívico, en el lugar que dejó abierto otro plan fallido: el del palacio de congresos, ubicado actualmente en el Ramos Carrión, no se va a renunciar, ha asegurado el alcalde, pues ya la Junta se ha comprometido a ello, y lo mismo sucede con el conservatorio, para el cual, ofrece solares municipales.

Así que el Ejecutivo autonómico tendrá que rascarse el bolsillo, sin olvidar otros proyectos pendientes, como el Museo de Semana Santa. El Ayuntamiento va a cooperar en todos ellos, está ya cooperando, de hecho, pero la financiación ha de ser completada en todos los casos por la Junta, que ya no puede dar marcha atrás, una vez más, como acostumbra a hacer con una Zamora que pese a todo come en la mano del PP. El alcalde se muestra muy firme en esta postura, rechaza la ambigüedad del presidente Herrera y no acepta que no se cumplan las palabras comprometidas.