Sentado ante la cristalera del Café del Príncipe, observo el movimiento incesante de la gente en la plaza de Canalejas, mientras apunto algunas notas en mi agenda. He quedado con mi amigo Jaime, un socialista de toda la vida que conoce las tripas de Ferraz, para hablar de las primarias. Está muy preocupado por la sangría de votos de su partido en las últimas elecciones y el vacío de liderazgo. Teme que no pocos compañeros, sobre todo los más jóvenes, hayan sido hechizados por los cantos de sirena del populismo. "¿Crees que Sánchez tiene alguna posibilidad de victoria contra el aparato?", le pregunto tras los saludos correspondientes y el inevitable comentario sobre el endiablado tráfico. "No es contra el aparato, sino contra nuestra historia. Contra el legado del socialismo en el gobierno de España. Veintidós años y todos los derechos conquistados, no son para tirar por la borda".

Le sugiero que viene muy susanista, y él me replica que no es sino socialista de siempre, pero que no le disgusta la presidenta andaluza porque tiene las cosas claras y genio para defenderlas."Ahora se trata de coser -me dice, apropiándose de su metáfora-. De restañar la herida que ha roto al partido en dos, la militancia y la dirigencia. Se trata de recuperar la ilusión y la unidad de los tiempos de Felipe, en los que líderes y militantes éramos una piña".

Susana Díaz, la cirujana mayor, lanzó la proclama hace más de tres meses desde el Palacio de San Telmo, un noble edificio con mármol de Carrara y lámparas de diseño,de a ocho mil, que le dejó en herencia Griñán. Dijo entonces que había que coser la herida abierta como resultado de la intransigencia de Pedro Sánchez, que no había entendido que el PSOE no es solo de sus militantes, sino también de "los cientos y miles de hombres y mujeres que nos han dado sus votos". Después, vino la dimisión del soberbio y terco secretario general, y la constitución de la Gestora que ha marcado los ritmos para la celebración del Congreso. Y en esas estamos. El Comité Federal ya ha puesto fecha. Será el 17 y el 18 de junio, y tres semanas antes, primarias.

Aunque no hay todavía convocatoria oficial, ya han bajado al foro tres gladiadores. Patxi en Portugalete, Susana en Palencia y Pedro en Twitter, con anuncio de que lo hará en Sevilla a fines de mes.Tal como van las cosas, no es baladí preguntarse si serán abiertas, cerradas o terminarán en unas de proclamación. Hay quien dice que Patxi es la liebre, que inicia la carrera para anunciar la llegada del mesías que salvará al PSOE de la ruina, es decir Susana, y después se retirará, dejando el camino expedito para la lista única, porque son las elecciones que a ella le gustan. Pero no son pocos los que se malician y conocen el estilo político del exlehendakari, el mismo que convenció a Sánchez para que dejara el escaño si quería presentarse a las primarias, logrando su invisibilidad. Ahora salta al foro llamando a la unidad y a la utilidad, porque"necesitamos un PSOE fuerte y unido para cambiar las cosas", dice. Con parecido mensaje compite su figurada oponente,que sin postularse aún como candidata, ya ha iniciado elperiplo por las Españas para acabar con las luchas fratricidas e insuflar fe de victoria en la militancia."Cuando el PSOE se deja de mirar al ombligo y es el PSOE de las conquistas sociales, la gente nos da la confianza", asegura. Sin embargo, parte de esa militancia no olvida que fue ella quien forzó la dimisión de Sánchez, después de haberlo aupado a la secretaria general, cuando se empecinó en el no es no a Rajoy.

Esperanza blanca de una militancia arriscada, arengada en el odio a la derecha y desconfiada de su élite dirigente, Sánchez es el candidato alternativo, socialista auténtico, se precia, que quiere darles el poder a los militantes de base, más allá de la esclerosada burocracia del aparato y de los barones. Sin embargo, ha cometido demasiados errores para siquiera soñar con la victoria. Ignaro de la política y sus dobleces, descuidó las más elementales reglas de la conservación del poder, cuando lo tuvo. Sabiendo que fue elegido con avales ajenos, despreció los consejos de los notables que le habían apoyado, desdeñó a sus enemigos, se fio de los amigosy se atrincheró en Ferraz, creyendo que de este modo salvaría la fortaleza. Y para cegar la menor posibilidad de renacer tras la derrota, se obstinó en negar la evidencia y sólo dimitió cuando se consumó una votación adversa ya prevista. "El valor tiene sus límites, como todas las virtudes, y cuando los traspasamos, caemos por la pendiente del vicio; de manera que a través de él podemos dar en temeridad, obstinación y locura, si no conocemos bien sus lindes", dice Montaigne.

"¿Habrá entonces partido?", le pregunto ingenuo, convencido de que si no hay novedad, será un duelo de a uno con escudero. Y Jaime responde ufano que el PSOE fue el primer partido que hizo primarias en España, pero oculta que no pocas veces fueron de único candidato, y que cuando hubo más de uno, ganó el oficial.