En principio, su llegada a la Casa Blanca no ha supuesto ningún cambio favorable en los modos y maneras que se gasta Donald Trump. Si hasta para pedirle a su mujer Melania que interviniera en un acto, ya como "first lady", utilizó los peores modales. Eso es así y así lo han debido ver los cientos de miles de mujeres que en Washington, Nueva York y el resto del mundo han salido a la calle para protestar contra el mandatario estadounidense. El grito de algunas de ellas ha sido el mismo: "El presidente no es América, nosotras somos América".

La denominada "Marcha de las mujeres", que ha contado con una asistencia apabullante, da fe de una de las protestas más masivas de la historia del país. Las cifras oficiales apuntan a más de medio millón de ciudadanas clamando por la diversidad, la igualdad, la inclusión de los derechos reproductivos, la condena al racismo y la misoginia de las que Trump ha venido haciendo gala constantemente. Su papel será fundamental, no me cabe la menor duda, a lo largo de ese tiempo, que los analistas no dudan en calificar de corto, en el que Trump ocupará el despacho oval. Su mensaje ha sido claro.

Las mujeres han sido pioneras en protestas históricas, sobre todo durante los siglos XIX al XX: al igual que fueron altavoz de las reclamaciones por el sufragio universal, fueron quienes enarbolaron la bandera del pacifismo y de los derechos civiles y, ahora, en pleno siglo XXI también son las primeras en ponerse al frente de las protestas contra el recién investido presidente de los Estados Unidos de América, dentro y fuera del país. Porque en el resto de naciones, y como impelidas por un resorte, las mujeres no han dudado en salir a manifestarse contra quienes ven a Trump como una especie de ogro de nuestro tiempo. Nunca un presidente de Estados Unidos había alcanzado los índices de impopularidad que ha superado con creces Donald Trump.

Ni en los peores tiempos de Bush hijo, el rechazo fue tan frontal y descomunal. Desde el Monumento a Washington, que está situado frente a la Casa Blanca, hasta el Capitolio era imposible caminar hace unos días por la capital. La ceremonia de asunción del cargo es la que ha registrado menos público de la historia reciente de Estados Unidos. El mandato de Trump comenzaba con la mayor contraceremonia a la que jamás se haya enfrentado un presidente estadounidense. Más asistentes a la contraceremonia que a la ceremonia propiamente dicha. En la protesta, las mujeres volvieron a llevarse la palma. Son las que están dispuestas a no pasarle una sola baladronada más, una sola afrenta más, un solo insulto más a un personaje que está dando alas a la extrema derecha en Europa y que ha dejado muy clara su postura. Incluso bailó con su esposa a los acordes del famoso "A mi manera" en el primer baile de gala, como diciéndole a todo el mundo lo que tiene pensado hacer durante los próximos años.