Con más de 75 millones de turistas recibidos el año pasado, un nuevo récord, nadie puede discutir el liderazgo de España en el sector viajero. De esa cuantiosa tarta con peso específico en el Producto Interior Bruto (PIB) y en el empleo del país, a Zamora le corresponde una proporción aún demasiado pequeña con casi 220.000 viajeros, según las últimas estadísticas del INE.

Ese crecimiento del turismo, en términos nacionales, viene alentado por los que buscan en las costas españolas sol y playa, calidad de servicio y, más que nunca, seguridad, puesto que muchos de quienes recalan en los destinos patrios lo hacen alejándose de otros por culpa de los atentados terroristas. También se valora cada vez más el turismo de interior, vinculado a la cultura, donde se enclavaría Zamora, que, claramente, sí puede presumir de seguridad, un activo cada vez más indispensable a la hora de contar atractivos para quienes nos visitan.

Como cada año, la provincia acaba de presentar sus credenciales en la Feria Internacional de Turismo Intur, con nuevas ofertas e interesantes iniciativas. Lástima que, una vez más, no exista un frente común y asistamos a presentaciones en goteo con el Patronato de Turismo por un lado, el Ayuntamiento de la capital por otra, Puebla de Sanabria con su recién estrenado y merecido título de "Uno de los pueblos más bonitos de España", enclavado en plena Reserva de la Biosfera, también por su lado? Desgraciadamente es este un panorama al que ya nos hemos mal acostumbrado por lo habitual del desencuentro institucional y partidista, lo cual no es excusa para procurar enmendar un error de fondo que pasa una tremenda factura a los intereses generales.

Porque existe una paradoja que demuestra el escaso eco que la promoción de la provincia encuentra todavía en los mercados de turismo pese a ese esfuerzo institucional. Por un lado, la estadística aludida del INE colocaba a Zamora como la tercera provincia menos visitada de España, solo con Palencia y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla por detrás. La conclusión más sencilla, a priori, podría ser que la provincia zamorana carece de atractivos para visitarla. Y nada más lejos de la realidad.

Las mismas estadísticas que la desdeñan en términos cuantitativos acaban por encumbrar a Zamora por sus cualidades. Uno de los portales más relevantes de viajes en Internet, creado por opiniones reales de viajeros, sitúan a la provincia entre las mejores opciones de Castilla y León, comunidad que, a su vez, destaca en el "top ten" de los destinos preferidos de toda España, contando incluso con los destinos de sol y playa. Ello indica que las políticas de promoción siguen errando en lo fundamental, aunque se haya avanzado. Solo en un año se sumaron casi 20.000 viajeros más que en 2015, en gran parte por el tirón de Las Edades que ha triplicado el número de turistas. Zamora interesa porque atractivos no le faltan, pero falla el altavoz encargado de proclamarlo.

El turismo cultural, con el que se quiere atraer a un colectivo de nivel adquisitivo alto, requiere de una gran inversión en infraestructuras y reclamos. Existen mimbres con los que construir esa cesta, como el Festival Internacional Pórtico, cuya calidad lo ha convertido en un clásico de las citas musicales y que, paradójicamente, por razones presupuestarias, tiene que constreñir más su duración cada año. Nadie osaría tratar así a festivales como Perelada, Almagro o Mérida, que congregan cada año los miles de visitantes que Zamora suma en muchos meses. A la riqueza patrimonial reconocida se sumará, al fin, a medio plazo, la liberación del lienzo de muralla de la avenida de la Feria que cambiará radicalmente la imagen de esa zona de la ciudad, que cerca el casco antiguo. Pero se necesitan más inversiones: los turistas en busca de cultura detestan las ciudades sucias, las pintadas, los solares por construir. Y ahí sí, el Ayuntamiento tiene todavía una ardua tarea en restauración y conservación.

Entre esos avances antes reseñados resulta fundamental el de las comunicaciones y, en particular, la llegada del AVE, con lo que Zamora, con una difícil ubicación geográfica, se ha acercado lo suficiente a Madrid, de donde proceden la mayoría de los turistas foráneos y que alberga uno de los mayores aeropuertos del mundo en tráfico de pasajeros. Bienvenido el convenio que este jueves firmaba el ministro de Fomento con la Diputación que significará ofertas especiales para quienes tengan como destino esta tierra. Ahora solo hace falta que el gran público sepa, de una vez por todas, que existe y que ese remanso seguro solo está a hora y media de una gran ciudad ahogada por el estrés y la contaminación. El AVE acerca también Sanabria un destino al que se acercan cada año casi 60.000 personas y que, solo por ello, tiene más que justificada disponer de una estación de tren para garantizar la movilidad de los viajeros. La puesta en marcha de un funicular aprovechando lo restos del plano de Ribadelago, impulsado por la Junta, sumará atractivo pero añadirá un nuevo reto a la hora de conjugar explotación y preservación de un espacio natural único.

Fitur resulta un escaparate ideal para los profesionales y los viajeros más avezados, pero se echan de menos campañas de impacto en lugares de gran acceso público, como se hizo en su día en el Metro madrileño. ¿Y por qué no contar con todos esos zamoranos que reivindican su tierra desde la diáspora, en taxis o en restaurantes y bares, para que ejerzan oficialmente de embajadores de la hospitalidad y el buen yantar de la tierra que añoran?

A escasos kilómetros por autovía se encuentra Salamanca, la joya de la corona en turismo cultural castellano leonés con un millón de visitas al año de los que Zamora podría beneficiarse como área de influencia, al estilo de lo que ocurre con las grandes metrópolis italianas y las pequeñas localidades aledañas. La alianza surgida en torno a la Feria de las capitales de la región en busca del turismo de congresos, otra aspiración institucional, podría servir de germen para ensayar fórmulas de cooperación entre ciudades de la misma comunidad autónoma que a menudo se dan la espalda, al igual que la petición realizada en el mismo sentido por las poblaciones de la Raya de Portugal.

Zamora pasó, como siempre lo hace, el examen de Fitur con nota. Son muchas y muy variadas las iniciativas presentadas que esperemos trasciendan la fase de proyecto y se confirmen en realidades cuajadas de visitantes. La provincia posee potencial de sobra, pero le falta aún elevar la voz todavía más para dejarse oír y que el mensaje cale entre esos millones de turistas en busca de un destino de calidad y seguro.