Nos queda cerca el inicio del año y, como reza el refrán castellano: "año nuevo, vida nueva". Son muchas las cosas que a veces nos proponemos cambiar en nuestra vida. A veces demasiadas y demasiado radicales, y todos sabemos que son difíciles los grandes cambios en la vida. Podríamos decir que los cambios en la vida son necesarios, pero cuando se hacen de una forma modulada son más llevaderos. Uno de los propósitos de inicio de año para muchos es el ejercicio, el "gym" o el "running". Intuyo que será mucho más fácil cambiar de correr cinco kilómetros a correr siete, que cambiar el sofá por los cinco kilómetros. Será más fácil un cambio "en" la actividad que un cambio "de" actividad.

Jesús, en el evangelio que la Iglesia nos presenta hoy, hace un cambio de vida provocado por el arresto de Juan el Bautista. Parecería que es un cambio radical en su vida: abandonar Nazaret, la casa familiar, y comenzar un camino solo. Realmente fue un cambio de actividad para Jesús, pero en realidad lo que él quería era cumplir la voluntad del Padre que ya Juan había empezado. Jesús se inserta en la voluntad del Padre de predicar el Reino de Dios. Toma las riendas que Juan había iniciado, heredadas de los profetas, y así cumple la Escritura y continúa la obra que otros emprendieron: eso sería más fácil que comenzar su nuevo propósito desde cero. El Padre le dio a Juan como precursor y Jesús se apoyó en lo que hizo para continuar la voluntad de Dios.

En las visitas que nos hacen o hacemos, en las reuniones parroquiales o tomando un cerveza con amigos, compañeros o conocidos surgen personas que a menudo creen que tienen que comenzar todo desde cero, sobre todo la fe. Y es necesario que miremos quién es nuestro Juan particular, el que Dios nos ha puesto para que asentemos nuestra fe y sigamos su voluntad. Una persona, una experiencia, un pensamiento o un sentimiento, una duda o una certeza. No empezamos nunca de cero en nuestra fe, siempre tenemos algo donde apoyarnos? Dios nos regala los cinco kilómetros para que solo tengamos que esforzarnos en llegar a los siete.

Cuando Jesús en la orilla del lago busca quién pueda añadirse a su misión llama a unos pescadores. No les pide nada. Solo que hagan un cambio: llegar a ser pescadores de hombres. No les pide que sean "sembradores del Reino" ni "pastores de almas". Sabe que el cambio será difícil y quiere ponérselo fácil. Más aún? quiere ponérnoslo fácil. ¿Quién o qué es tu Juan?