Vuelve Berlanga en forma de un ciclo que recopila sus mejores películas, prácticamente todas, y que ha sido organizado por la Fundación Ortega Marañón, con el patrocinio de una entidad bancaria. Pero vuelve y esa es la lástima solo a Madrid, aunque queda la esperanza de que como la Fundación tiene sede también en Zamora, pueda proyectarse algún día en nuestra ciudad. Aunque la obra de Berlanga aun está presente a través de las televisiones, el ciclo será un acontecimiento pues en el mismo intervendrán destacados cineastas, escritores, filósofos y críticos para traer de nuevo a la actualidad el sensible y rico contenido social y humano de sus películas, rodadas buena parte de ellas dentro de la censura franquista, algo que nunca fue obstáculo insalvable para autores con talento.

En la presentación, precisamente, el hijo del genial director de cine hizo una referencia muy concreta a este hecho al afirmar que casi seguro que su padre no hubiera podido rodar ahora algunas de las películas que hizo entonces, haciendo alusión a la censura capitalista que se sufre, a la que hay que añadir de modo implacable la censura de lo políticamente correcto. El gran Berlanga, con su humor mediterráneo, con su viva inteligencia a flor de piel, se reía de todo pero era una risa amarga, que arañaba, porque rascaba en las entrañas, llegaba hasta las raíces, a lo que se añadía en sus últimas películas, un fondo de tristeza y temor, que el hijo reconoce, ante errores históricos que remiten al triste pasado. Puede que se esté dispersando un tanto el recuerdo de Berlanga, de su obra, pero no el concepto, como lo demuestra el hecho de que lo berlanguiano sigue siendo una referencia en el páramo intelectual en el que se ha convertido la España de hoy, donde la mediocridad de su clase política parece haberse extendido de modo inexorable a todos los ámbitos de la cultura, sin apenas excepciones, y muy lejos de aquellos tiempos de oro. o dorados.Total igual que ahora. Aquí, en Zamora, tuvimos el año pasado, en vísperas electorales, una genuina puesta en escena digna del mejor Berlanga, al paso del AVE, que era Alvia, en su viaje inaugural con las autoridades del PP y otros figurantes.

Y es que como ha dicho el hijo del extraordinario autor cinematográfico, que falleció en 2010, hubo una generación que hizo posible una España de la que luego se ha disfrutado en estos últimos 40 años. Y bueno será no olvidarlo, tenerlo patente en la memoria cuando, más que nunca, desde algunos lados bien concretos se intenta cambiar la historia. Nadie tiene una supremacía nata otorgada por ley infusa en cuanto a los valores ideológicos, morales, sociales y humanos. Lo más importante de la historia es que no se repitan jamás sus errores. Va a ser este ciclo un repaso al pasado siglo, desde "Plácido" a "Todos a la cárcel", una visión berlanguiana de lo que iba a ocurrir luego y hasta nuestros días. Parece que en este sentido, el desaparecido director y guionista no se mostraba ni confiado ni optimista porque algunas circunstancias ponían de relieve viejos síntomas de antaño y ello encendía sus oscuras alarmas, aunque fuesen tras la cámara y desde el tamiz y la pátina del humor más negro.