Aquel muchacho que, con catorce años se dedicaba a la venta ambulante de periódicos no tenía mayor ilusión que la de ver que la prensa publicara alguna noticia sensacional para pregonarla y conseguir vender la mayor cantidad posible de ejemplares.

El 6 de junio de 1944, El Correo de Zamora, diario de la tarde, publicaba que aquella misma mañana se había producido el "Desembarco de Normandía" y que las fuerzas aliadas habían invadido Francia por el Havre, con lo que la Segunda Guerra Mundial había entrado en su momento más crucial.

La rotativa del periódico, instalada en la Rúa de los Francos, número 20, donde sigue teniendo su domicilio social La Opinión-El Correo de Zamora, echaba ejemplares a toda velocidad, que eran entregados acto seguido a los vendedores para salir inmediatamente con ellos hacia sus respectivos puntos de venta.

El muchacho0 de 14 años, en cuanto se vio con el barcado de "Correos" bajo el brazo, salió corriendo a la calle y se desgañitaba pregonando la gran noticia del día. La gente le arrebataba los ejemplares de la mano y antes de llegar a la Plaza Mayor había acabado con todo el paquete que llevaba. Volvió a la imprenta y consiguió que le dieran más números, que también agotó en la plaza de Sagasta. Por tercera vez logró que se le dieran más ejemplares con los que llegó hasta el quiosco que tenían sus padres en lapPlaza de Alemania, con los bolsillos llenos de la calderilla producto de la venta de lo que había vendido por el camino. El coste de cada ejemplar era de 25 céntimos (de peseta, puesto que lo del euro tardaría aún sesenta años en llegar).

A la mañana siguiente, el periódico local Imperio y toda la prensa nacional que llegaba de Madrid publicaban la noticia que el público estaba deseando leer con todo detalle. Todavía no se conocía la televisión ni otros medios de comunicación que hoy informan al instante.

En los puestos de venta había colas para adquirir los diarios, el quiiosco de la Juana, en laplaza de la Cárcel; el de la viuda de Mielgo, en la plaza de Los Momos; el de Jonás Palomino, en la Plaza Mayor, y la tienda del distribuidor Alfonso Ramírez despachaban los periódicos por cientos para satisfacer la demanda de tanto cliente que estaba deseando leer las noticias con avidez.

Los aliados habían iniciado la invasión con cuatro mil barcos y once mil aviones, aunque solo consiguieron establecer una cabeza de puente de veinte kilómetros de extensión. La resistencia alemana fue tan contumaz que consiguieron inferir graves pérdidas a la flota de invasión.

Comenzaban ya los vaticinios de que aquella guerra terminaría el mismo año de 1944, pero todavía tenían que suceder diversos combates hasta que el fin de la Segunda Guerra Mundial se produjese el 2 de septiembre de 1945. Realmente, todo había acabado cuando Adolfo Hitler se suicidó mediante un disparo en la cabeza el 30 de abril de 1945.