Los conocimientos, los saberes, etc., son imprescindibles para el desempeño mínimamente digno de las competencias y responsabilidades profesionales, ciudadanas y familiares, entre otras. Se necesita conciencia respecto al desempeño de los deberes correspondientes, que todo ciudadano tiene y de los cuáles tendría que dar cuenta a la sociedad para que se evalúe y gratifique, en su caso, el respectivo proceder; todo ello encaminado a lograr su máximo desarrollo económico y social.

Obviamente, el esfuerzo y el trabajo que requiere el aprendizaje tiene que basarse en los últimos avances de la ciencia de la pedagogía, de la ciencia de la computación, como de las demás que tengan incidencia en el respectivo ámbito de actuación, como puede ser el jurídico, el de la economía, el de la dirección de empresas, etc.

La ventaja competitiva, y por ello diferenciadora, de cualquier persona y organización se basa, fundamentalmente, en su talento entendido como suma de la preparación profesional debidamente actualizada día a día, del conocimiento de las necesidades y demandas de los destinatarios de los productos y prestaciones públicas, de la predisposición de innovar, de investigar, de innovar; del afán de superación; de colaboración con otras entidades, etc., todo lo cual implica, y contribuye, a satisfacer plenamente las obligaciones y las competencias de los profesionales, de las empresas y de las administraciones públicas.

La transformación digital de toda organización es inexcusable para lograr que el talento se desarrolle plenamente, lo que precisa considerar las mejores experiencias, los últimos avances e investigaciones, los líderes; participar en foros de debate; el diagnóstico sobre la problemática a resolver; el big data, etc.; lo que facilitará la adaptación permanente a un entorno y ciudadanía cambiante que exige dinamismo a los profesionales, empresas y Administraciones Públicas que tienen que atender sus demandas.

Marcelino Corcho Bragado