Ignoro si la paz, en toda su dimensión, es posible en los territorios en guerra. La mejor noticia que el mundo podía recibir para despedir el año viejo y dar la bienvenida al nuevo es un alto el fuego en Siria. Parece que la paz puede ganar terreno al estruendo de las bombas y de las armas empleadas por sirios y rusos, pero también por el Dáesh que, además de las convencionales, utiliza seres humanos para sus planes de muerte y el cuchillo para decapitar a hombres y mujeres que no comulgan, nunca mejor dicho, con sus ideas.

El mejor regalo que hoy por hoy se nos puede hacer es la buena noticia de un alto el fuego en un territorio machacado por las bombas, en un territorio sembrado de vidas humanas perdidas, enterradas en los escombros. Hombres, mujeres y niños a los que la guerra les ha arrebatado lo más preciado, la vida, ese tesoro de valor incalculable que cada día parece perder cotas de importancia. ¿Algún día la paz será posible en Oriente medio? En ese Oriente de leyenda, en ese Oriente de película sepultado hoy por el odio de distintas facciones y por la irracionalidad de una banda enorme de fanáticos asesinos que quieren gobernar Oriente y Occidente por la fuerza de las armas.

Además del acuerdo para un alto el fuego en Siria, Moscú y Ankara han anunciado un próximo diálogo político entre Gobierno y oposición para acabar con guerra tan sangrienta y devastadora. Parece que la cosa va por buen camino porque tanto el Ejecutivo de Bashar al-Asad como la mayoría de brigadas opositoras, excepción hecha del yihadista ex Frente Nusra, se han sumado al pacto al que tampoco se han adherido el Dáesh y las milicias kurdas. Asad no es santo de mi devoción, no puede serlo bajo ningún concepto, pero en ese frente hay más actores y no con todos se puede contar. Hay quienes prefieren hacer de la guerra y la muerte su santo y seña permanente y nada va a lograr apearlos de ese burro en el que parecen ir a gusto.

Hay que hablar de este alto el fuego con los dedos cruzados y la esperanza reverdecida porque, sin duda, se trata de un acuerdo frágil que demanda especial atención, interés y seguimiento por todas las partes para mantenerlo y desarrollarlo. Hay que acabar como sea con esas imágenes estremecedoras que a diario nos ha venido mostrando la tele, con esas largas teorías de mujeres y niños huyendo del horror, con la destrucción como telón de fondo y en primer plano. Es el nuevo éxodo que se escribe con sangre en el siglo XXI. Quién sabe, a lo mejor, algún día, un nuevo Leon Uris o el cine nos ponen de nuevo la cara colorada por no haber sabido parar a tiempo el éxodo y la carnicería.

Hoy nos volvemos a ver, querido lector, 2017 es ya una realidad espero que hermosa y feliz, en la que podamos saborear juntos esta, en principio, buena noticia que, en su despedida, 2016 nos quiso regalar. El alto el fuego en Siria es posible. Puede que también la paz definitiva. Le dejó a modo de, hasta luego, hasta mañana si Dios lo quiere, con todo mi afecto, que es mucho, este texto de Benedetti: «No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda, y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños. Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y el mejor momento, porque no estás solo, ¡porque yo te quiero!».