Hemos pasado en bien la primera tanda, la más entrañable, familiar y hermosa, la de Nochebuena y Navidad. Nos quedan todavía dos de mucha enjundia, la Nochevieja que lleva incorporado el nuevo año, y Reyes. En esta última, el delicioso roscón, es un elemento a tener en cuenta para aquellos que cuidan al máximo su dieta. Pero que nadie crea que la culpa de lo que se va a adherir a nuestro chasis lo tienen el marisco, el lechazo, el cochinillo o todas esas delicias del mar y de la tierra que forman parte de la alimentación navideña. Que no. Que ellos no son los directamente culpables de un engorde no deseado.

El que en verdad tiene la culpa de que se añada algo de "magro" a nuestro cuerpo la tiene el alcohol. Oiga, el alcohol engorda. No descubro nada nuevo. Eso lo sabe casi todo el mundo, solo que a los que les gusta beber no les gusta reconocerlo, pero es así. Sé que, precisamente en estas fechas, el turrón, los mazapanes, los dulces típicos forman parte del ranking de alimentos peligrosos, de esos que crean cargo de conciencia. Todo el año fustigando el cuerpo en el gimnasio para, en dos días, echar por tierra tanto esfuerzo.

Comer las delicias navideñas con moderación no tendría por qué suponer un problema para nuestro cuerpo. Otra cosa bien distinta son las bebidas alcohólicas. Este tipo de bebidas contienen cantidades de calorías vacías. Si están y son vacías, se dirá usted con razón, qué miedo puede darnos. Le explico lo que a mí me ha contado un experto. El alcohol aporta muchas calorías sin darnos ningún otro tipo de nutriente que pueda ser beneficioso para el organismo, de ahí que las calorías que produce el alcohol estén vacías de contenidos beneficiosos. Y eso no puede ser bueno, no es bueno. Y como se puede beber más de lo que se puede comer, la línea roja se traspasa con mucha facilidad.

Los expertos, además de aconsejar beber con moderación y alternar con bebidas no alcohólicas, sugieren consumir bebidas de baja graduación como el vino o la cerveza. Aquí, en Zamora, de buenos vinos vamos bien servidos. Mezclar distintas bebidas es una bomba como lo es el hecho de beber con el estómago vacío. Luego se queja el personal de lo mal que les sienta la comida. La comida, no, la bebida. No vaya a hacer lo del cuento ese que corre por las redes en el que un tipo dice sentirse mal porque le han puesto algo en la bebida, pero no está seguro de en cuál, si en el ron, en la ginebra, en el whisky, en la cerveza, en el tequila, en el vino, en el anís, en el licor? Vamos que la gasofa que se metió al cuerpo casi le mata. En fin.

No vaya a cambiar ahora el cubata por el polvorón o el turrón, porque ambos son también demoledores y extremadamente calóricos. Tienen la ventaja sobre el alcohol que aportan nutrientes. Y si le entra sed, ni se le ocurra calmarla con algún bebedizo, para la sed, nada como el agua. Pero, sabe qué le digo, que nadie le amargue las fiestas y mucho menos servidora, y siempre que actúe en la mesa con moderación, disfrute a tope que la vida son dos días y de los dos, uno y medio, a veces, cuántas veces, suele ser amargo. La moderación es buena en todo, en la mesa, en la carretera, en el laboro y en el ocio. Pero, por favor, no olvide que si bebe? engorda.