Me cuesta mucho entender las sentencias, afortunadamente no de todos, pero sí de algunos jueces, los menos. Por eso no entiendo que el juez de la Audiencia de Madrid, Francisco David Cubero, por cierto bajo sospecha y con reiteradas peticiones de recusación por razones de peso, pueda decir que una mujer, en este caso Rita Maestre, que irrumpe a teta limpia en una capilla no ofende los sentimientos religiosos. Los suyos, desde luego no, si el juez no es católico, los sentimientos de los que somos católicos, sí.

A las Rita Maestre podemitas, por nada del mundo se les ocurre hacer lo mismo, pero en una mezquita. Eso solo lo hacen con la tolerante iglesia católica a la que tienen entre ceja y ceja, a la que insultan y provocan constantemente. No a la mantilla española, silencio ante el velo islamita y lo que es peor, ante el burka. Semejante sectarismo da qué pensar. Pero ya hemos visto la opinión de Pablete sobre el holocausto judío. Negar una evidencia histórica tan terrible como esa da una dimensión más clara de la falta de sensibilidad y la pobreza humana de Pablete.

Dice su señoría, el juez Cubero, que los hechos protagonizados por la Maestre en su bochornoso asalto a la capilla de la Complutense no constituyen delito alguno porque, aunque conculcan las normas sociales, no constituyen "profanación". El juez y yo no tenemos la misma idea sobre el verdadero significado de la palabra profanación. Una de las acepciones recogidas en el diccionario de la Real dice: "Tratamiento ultrajante o irrespetuoso que se hace de algo que se considera sagrado o digno de respeto". Sobra cualquier otro comentario al respecto.

Lo que hizo Rita Maestre fue vergonzoso, agresivo y provocador, pretendía generar malestar y lo generó frente a los que proponemos el respeto como norma de convivencia, a los que siendo católicos, toleramos otras confesiones y criticamos con dureza que se les ataque, como también se hace en tantas sinagogas. La Justicia debería ser más férrea y contundente en este tipo de cuestiones pero, claro, el juez Cubero que revisa la sentencia contra la portavoz del Ayuntamiento de Madrid es patrono de la Fundación Abracadabra Magos, a la que el consistorio madrileño cedió un espacio para una gala. Hay favores que se deben pagar. Pero nunca a ese nivel.

Si la memoria no me falla, la Maestre que se reunió en su día con el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, puede que arrepentida, no dudó en afirmar que hoy no repetiría aquellos actos. Por algo será. ¿Un postrer ápice de vergüenza? No lo sé. Por favor, yo no digo que por ese acto la portavoz del Ayuntamiento madrileño deba parar con sus huesos en la cárcel. Pero sí hubiera sido prudente imponerle una multa más o menos abultada que elucidase el amparo de los tribunales a los espacios de culto. No se puede dejar abierta la puerta a nuevas manifestaciones de ese tipo que volverán a ser contra la Iglesia católica a la que tantas ganas le tienen.

Una sentencia absolutoria es la peor noticia. La actuación de Maestre y compañía fue medida y preparada para la ocasión que la pintaban del color que ellas querían. El arrepentimiento tardío de la portavoz, en este caso, no es suficiente.