La guerra abierta en el PSOE no ha parado en ningún momento, ni siquiera en el pasado puente festivo, en el que Pedro Sánchez, acompañado por el resto de sus fieles, ha continuado con la campaña personal para exigir el congreso socialista ya y la convocatoria de elecciones primarias que doten de una cabeza, un líder, a un partido descabezado desde hace más de dos meses pero que aunque a la deriva está logrando mantenerse a flote, al lado del PP al que apoyó para gobernar, en solución de continuidad bipartidista que parece ofrecer ciertos resultados eficaces. Ya lo han dicho unos y otros: centro-derecha y centro-izquierda pueden llegar a acuerdos a través del ese nexo común centrista. Pero ni siquiera ha anunciado Sánchez formalmente que vaya a presentar de nuevo su candidatura a la secretaría general de la que fue derrocado si bien todo parece dar a entender que así será, dado que cuenta además con muchos apoyos y plataformas leales en las provincias, Zamora incluida.

Las perspectivas, con todo, son inciertas, dado el peso específico que ha adquirido la comisión gestora del PSOE, los barones regionales, la más que probable candidata Susana Díaz y sobre todo la larga sombra del expresidente González y otros viejos socialistas a la derecha a los que se ha unido el que faltaba, el peor presidente de un Gobierno español: el nefasto Zapatero, que se perfila como firme defensor de la andaluza Díaz como líder de los restos del PSOE. Vaya dos: Susana Díaz, al frente de una comunidad con grandes escándalos de corrupción y el mayor índice de paro de Europa, y Zapatero, con su radical izquierdismo, tan lejano a la socialdemocracia, sus polémicas leyes al borde de la inconstitucionalidad, su rencoroso revisionismo histórico, y el no admitir la gran crisis económica que tenía ante sus narices y que le iba a arrollar enseguida, y con él al país y al paisanaje.

La gestora que preside el asturiano Fernández no da muestras de tener la menor prisa, sin embargo, en cuanto a las peticiones de Sánchez, aunque tiene anunciado para enero fijar y convocar el congreso. Pero con calma, mucha calma. Se nota que "los cuatro del despacho", como ha dicho Sánchez, se encuentran a gusto, tienen tarea por cumplir y se dejan adelantar, a ver qué pasa mientras, una actitud que comporta riesgos dado el doble filo que presenta. Por un lado, posibles acuerdos de gobernación con el PP, minimizado ya Ciudadanos a su justo lugar, y por el otro recuperar un liderazgo de oposición que a día de hoy ostenta Podemos, aunque los de Iglesias hayan dejado de verse como una opción realista de poder pero sí peligrosa. Total, que hasta junio se cree que no habrá congreso del PSOE.

Un plazo largo en la situación que vive el partido, un partido evidentemente débil y roto que Pedro Sánchez quiere coser, ha dicho, con el hilo de sus bases militantes. Pero, claro, en esta coyuntura al ex secretario general no le queda más remedio que retratarse en sus propósitos, algo que sin embargo no hizo apenas cuando era candidato a la presidencia del Gobierno. Y ahora ya se refiere sin ambigüedades a un socialismo mucho más a la izquierda, lo que puede enfriar el ánimo de bastantes de sus seguidores.