No está mal la bronca que han montado algunos sobre la estación del AVE en Otero de Sanabria. Al menos, se ha enterado más de media España y parte del extranjero de la situación, mala, y los problemas, muchos, de esta tierra. ¿Quién sabía hasta ahora por ahí fuera de la existencia de esta localidad, de la comarca sanabresa y, si me apuran, de la misma Zamora? Doce o catorce calculando por lo alto. Pues bien, tras la polémica ya se han enterado unos cuantos más. Y, salvo que sean recios de mollera o tardos de espíritu, habrán reflexionado y habrán entendido que contar dentro de tu propio país con zonas desertizadas y envejecidas no es bueno para nadie, ni siquiera para los que se creen diferentes y mejores, más listos y más ricos que el resto.

Por tanto, bienvenido sea el debate. Tampoco estorba confirmar donde andan emboscados, y con la escopeta cargada, quienes tienen la sensibilidad social y el concepto de igualdad allí donde la espalda pierde su casto nombre. Es decir, los que llevan todo al terreno de lo económico con unas miras más que cegatas. ¡¿Una estación del AVE para una pedanía de 30 habitantes?! Sacrilegio, vade retro, Satanás. Se hundirá España, nos sacarán cantares, tiraremos el dinero, etc, etc. Ya está todo explicado, blanco y migado: una estación que costará más de 4 millones de euros y 30 habitantes, la mayoría ancianos. No hay por donde cogerlo.

A quienes han hecho solo esta ecuación (incluida la pregunta de Ciudadanos al Gobierno) se les han olvidado muchas cosas. Entre ellas, la necesidad técnica y de seguridad de contar con una parada intermedia en el larguísimo tramo Zamora-Orense. Podían haber preguntado a Adif o a Renfe o a quien quisieran, pero no, mejor disparar y luego interesarse por el muerto. También podían haber acudido a la geografía (y al sentido común) para entender que no se construye una estación del AVE para un solo pueblo sino para un radio de acción superior, llámese comarca, provincia, región, reino o comunidad internacional, porque aquí, claro, favorecerá también al norte de Portugal. Hay que ser un poco cenutrio largartijero para hacer cálculos tan romos. Conclusión: si es necesaria una estación intermedia por razones técnicas y de seguridad y si esa instalación puede beneficiar a, pongamos, 150.000 personas y reactivar una zona depauperada, ¿qué problemas hay para que salga adelante lo de Otero? Pues, los de siempre: que pían los economicistas, los que solo ven números y no personas, y que protestan los mismos que están pidiendo constantemente más y más y más para sus territorios. Si la aldea se llamara Oteret de Sanabrixols u Oteroberri de Sanabritua, otro gallo cantaría. Entonces sí que saldría a relucir lo de la discriminación y la persecución a las nacionalidades históricas y el olvido de las diferencias?

Claro que hay otra solución para acallar, al menos en parte, la bronca de la estación sanabresa. Convendría que nuestras ilustrísimas autoridades y quienes apoyan el proyecto comiencen a filtrar en los lugares adecuados que la instalación tendrá un ramal y unos departamentos para la fauna salvaje. O sea, que el AVE de Otero también lo podrán usar, con bonos de descuento, los lobos, los zorros, los jabalíes, los ciervos, los corzos, las liebres, los conejos, las perdices, los tejones, los hurones y hasta el oso ese que anda a ratos por la Carballeda. Todo reglamentado y conforme a las normas europeas sobre bienestar animal: un compartimento para cada ejemplar, pasillos amplios para que nadie se estrese, arena perfumada en los aseos, música clásica suave para amansar a las fieras, azafatas con bandejitas de comida específica (heno selecto para los vegetarianos; tapas de diseño para los carnívoros), sistema Wi-fi gratuito por si necesitan comunicarse con sus huras, madrigueras o nidos? Habría que estudiar, asimismo, la posibilidad de reservar algún camerino para toros bravos a fin de garantizar el apoyo rotundo del Pacma y otras entidades similares.

Abrir la estación de Otero a la fauna de la zona (y a la que quiera incorporarse, claro) sería un golpe de efecto letal para quienes la rechazan. ¿Cómo no respaldar un proyecto a favor del que se manifiestan cuatro o cinco mil ecologistas frente al Congreso?, ¿cómo no admitir a estas alturas de la civilización que también los animales salvajes tienen derecho a viajar en AVE con todas las comodidades?, ¿por qué no pueden ellos conocer Orense, Zamora, Madrid y luego volverse tan ricamente a la sierra?, ¿qué mejor, entonces, que un lugar como Otero de Sanabria para abordar esta cuestión?

En fin, señores del Gobierno, háganme caso: traduzcan Otero de Sanabria al catalán o al euskera y diseñen un AVE para lobos, ciervos y demás. Se acabará la discusión en cuatro días. Y aquí diremos "amén". Como casi siempre.