A la defensa que en su día hicieron los parlamentarios socialistas de Zamora para que el tren AVE tuviese una estación en la comarca de Sanabria se une ahora el apoyo de los diputados y senadores del PP por la provincia, que se han puesto a esgrimir razones de todo tipo una vez confirmada la ejecución del proyecto con sede en la pedanía de Otero, con 26 habitantes, un pequeño pueblo en el que la casi total desertización de la comarca se hace realidad, pues buena parte de sus moradores son jubilados y ni siquiera tiene un bar, aunque sí un comercio, y eso es todo.

Lo cierto es que Zamora ha vuelto a ser noticia en los medios nacionales, con un cierto retintín, y muchas críticas, lo que ha originado que los parlamentarios del PP salgan a la palestra en favor de su partido y de su Gobierno, que es para lo que están. Y los del PSOE, lo mismo. Sus argumentos son el verano de Sanabria que duplica o más el numero de habitantes de la zona, que ni siquiera llega a 7.000, y la proximidad con la localidad lusa de Braganza, a 40 kilómetros, que puede proporcionar pasajeros, unos 200.000 calculan en el colmo de la exageración y el ridículo.

De entrada, se había anunciado como una especie de apeadero técnico, y así es, ubicado en el lugar por motivos de la peculiar geografía de la zona, donde no abundan precisamente los tramos rectos, pero finalmente será una estación en toda regla, y no modesta dado el enorme presupuesto, más de cinco millones, que la construcción, que se iniciará a principios de febrero, lleva aparejada. Bien está que se haya quedado en Zamora, porque en principio se pensó en ubicarla ya en tierras gallegas, pues algo puede aportar de uno un otro modo a la provincia, muy especialmente a Sanabria, que, en efecto, puede contar con una nueva e importante herramienta turística y social. Pero ello no evita como en momentos como los presentes, de precariedad, recortes e impuestos, tales alardes chirríen demasiado, y más en un asunto como el del AVE, que tiene un costo insostenible, ya con estaciones intermedias cerradas por la casi total ausencia de pasajeros y que apenas si cubre gastos en la línea Madrid-Barcelona.

Porque además, mientras se derrocha locamente en obras públicas innecesaria, se agudizan problemas muy graves y cercanos, que siguen latentes y que preocupan más, y a más gente, que ser el país con más líneas de alta velocidad del mundo, tras la inmensa China. Por ejemplo, y sin ir más lejos, a más de ocho millones de personas, a los pensionistas españoles, que saben que el año entrante se acaba el fondo de reservas de la Seguridad Social y que es urgente buscar una fórmula duradera que garantice las percepciones. En esto, en las pensiones, un derecho adquirido, es en lo que tenía que invertirse el dinero y no en el AVE, se piensa, con razón, sobre todo en sitios como Zamora cuyos jubilados tienen la pensión media más baja de la región castellanoleonesa, lo mismo que los sueldos.

Los políticos tienen que manejar un orden de prioridades, y tenerlo claro, y no empezar la casa por el tejado. Pero la incompetencia tiende siempre al relumbrón, para deslumbrar.