Cada día salen nuevos detalles sobre la brutal agresión sufrida por un teniente y un sargento de la Guardia Civil en Alsasua. Y cada día, conviene contar todo lo sucedido en su crudeza para que veamos cómo se las gastan los radicales, en este caso navarros. Han trascendido detalles que no pueden pasar desapercibidos, como que los agentes eran habituales del bar Koxka donde comenzaron los hechos, que los agresores eran habituales de la herrikotaberna del lugar y que nunca habían pisado el establecimiento de marras, por lo tanto fueron a por los dos agentes y sus parejas, por lo tanto fueron a provocarlos y tratar de montarla bien montada. Afortunadamente, los agentes no entraron al trapo, a pesar de los insultos, a pesar de las agresiones, a pesar de haber sufrido dentro y fuera del establecimiento lo que comúnmente se denomina "pasillo de la muerte".

Habida cuenta de que entre los numerosos agresores había un experto en artes marciales, a poco que se les hubiera ido de la mano, las agresiones pudieron dar paso a la muerte. Los perdedores, los de siempre, los guardias civiles que no se merecen el trato vejatorio que le dispensaron las malas bestias. La Justicia no puede permanecer impasible ante lo que ahora relato, la sarta de insultos que profirieron las hienas y que quiero recoger aquí: "Iros de aquí, hijos de puta, pikoletos, os tenemos que matar por ser guardias civiles, cabrones txakurras (perros)". Sesenta energúmenos contra cuatro personas, dos de ellas mujeres, las parejas sentimentales de ambos agentes. La proporción no deja lugar a duda alguna sobre de qué lado estaba la fuerza bruta.

Yo no conozco a otros cabrones txakurras que a esos y a los que son como ellos. Gente, alguna, de nombre inequívocamente vasco, pero con ni un solo apellido que lo legitime como tal. Esos son los peores. Por ser guardias civiles, los quieren echar del pueblo y los quieren matar, además son sectarios. Quisieron hacerlo con dos agentes absolutamente jóvenes, lo que viene a demostrar que cuando ETA empezó a matar guardias civiles lo hizo por deporte, por odio, con intención de desestabilizar, pero nunca porque la Guardia Civil les hiciera daño. Los hijos de puta estos son muy valientes de sesenta en sesenta, porque de uno en uno se cagan la pata abajo. Me dan asco y me producen rechazo. Solo con verles la pinta infame que tienen todos ellos, las bilis se me revuelven en los entresijos corpóreos.

Frente a esos sesenta somos millones y millones los españoles que nos sentimos injuriados y agredidos cuando injurian y agreden a un guardia civil. Yo soy Guardia Civil y a mucha honra. Estos "putakume" (creo que hijo de puta en vasco se escribe así) amamantados en la violencia y el odio por los "putakume" etarras, son cobardes por naturaleza. No piensan, no ejercen la necesaria disciplina mental, no conocen el respeto, la educación y la tolerancia, son manada de hienas y como tal se portan y actúan, además, desde la cobardía más absoluta que está en su ADN.

Los agentes intentaron razonar, estuvieron a la altura que se exige a un miembro del Benemérito Instituto. Con las hienas etarras y sus cachorros es imposible pedir diálogo, respeto y educación. Me da que semejante gentuza deben ser miembros de una tribu de cavernícolas que no han evolucionado.