El casco antiguo de Zamora sigue siendo un problema añadido, de difícil solución. Lo es, o lo ha sido, realmente, en todas las viejas ciudades históricas que se encontraron, de pronto, con una geografía urbana de lejanas épocas que se daba de bruces con los adelantos de los nuevos tiempos y muy en concreto con el exceso de tráfico rodado, cada vez mayor y más complejo para vías cortas y estrechas con irregulares alineaciones de edificios. Solo que en algunos lugares se ha sabido resolver y adaptar la contradicción y en otros, no. Claro que en ello han influido poderosamente sus equipos de gobierno local, y en Zamora no hubo nunca la suerte de contar con buenos alcaldes, comprometidos y con visión de futuro pero también del pasado histórico, y por ello el problema se perpetua, aunque se llevan décadas poniendo parches y más parches al asunto, que no resuelven la cuestión.

Cierto es que no todo los núcleos antiguos se encuentran situados en ubicaciones más o menos favorables a las modificaciones y reformas que correspondan, y en ese sentido el casco viejo zamorano suma puntos negativos al hallarse localizado prácticamente en un fondo de saco, en una salida sin salida de la urbe, que por esa misma razón ha ido creciendo y ensanchando hacia las zonas de entrada, haciendo de las mismas ya hace mucho, el corazón de la capital, mientras la otra parte iba una quedando más y más vacía y relegada, pese a que las distintas corporaciones surgidas de las elecciones, y en su gran mayoría gobernadas por el PP, siempre expresaron su voluntad de reactivar el lugar a base de iniciativas que o no se desarrollaron o fracasaron dada su escasa enjundia. Solo Las Edades del Hombre supusieron una especie de exposición alternativa de una zona tan rica en arte monumental, con su apoteosis de templos románicos. Después, nada, cada vez más patente debido a las restricciones de tráfico.

Precisamente ahora el Ayuntamiento capitalino anuncia nuevas y más severas medidas para acabar con la circulación por las calles y plazas de la zona antigua, y lo que es peor la desaparición de las escasas plazas de aparcamiento que se reservaban. La reacción ha sido inmediata, y vecinos, comerciantes y hosteleros han puesto el grito en el cielo, porque por unas u otras causas, todos, se sienten molestos y perjudicados, como así es. Existe un parking subterráneo pero esa no puede ser la única solución, por cara y limitada. Lugares sin vehículos, lugares para el paseo, son cómodos y necesarios pero son también sitios sin vida, como apagados y en sordina. Se va caminando desde Tres Cruces, por San Torcuato, hacia el castillo, y es como si se fuese entrando en otro mundo, en otro tiempo de silencio. Los comercios van de mal en peor, y los bares y cafeterías se enfrentan otra vez no solo a la nueva subida de impuestos del Gobierno sino a las medidas municipales preparadas para minimizar aún más la circulación. Residentes y empresarios se han reunido con el equipo de gobierno local, que ha mostrado su buena disposición por lo que se van negociar soluciones conjuntas para salvar una zona noble de Zamora que no puede acabar quedando como un museo, un ghetto cultural y turístico cargado de historia y de arte.