El grupo municipal del PP en el Ayuntamiento de Zamora ha propuesto al pleno que la capital dedique una calle, una plaza, un espacio público, en fin, a Miguel Ángel Blanco, aquel joven edil popular vasco que fue vilmente secuestrado y ejecutado a sangre fría por el terrorismo etarra hará 20 años en julio próximo. Un suceso terrible, desolador, que conmocionó a una España en vacaciones que se sintió helada por el espanto, y que marcó un hito en la lucha contra ETA, una larga y sangrienta era culminada por cientos de víctimas inocentes que pagaron con su vida la locura de unos asesinos fanáticos, fuera de la realidad, y absolutamente crueles y desalmados como mostraron con tantos atentados.

Es una propuesta acertada, la del PP, que recoge a su vez el propósito de la Fundación dedicada a Miguel Ángel Blanco, que insta a perpetuar su nombre como símbolo de libertad y convivencia pacífica, los valores por los que halló la muerte. Las cosas han cambiado, el terrorismo etarra ha quedado desarticulado, y sus pistoleros ya no matan, a la vez que la organización criminal ha ido adquiriendo formas democráticas, más o menos. Pero ni la banda ha desaparecido, ni han entregado las armas, los arsenales ocultos se mantienen, y hechos recientes, como la brutal agresión en Alsasua a un oficial y un suboficial de la Guardia Civil y a sus parejas, demuestra que al menos parte del siniestro espíritu etarra o proetarra se mantiene vivo y activo en el País Vasco, con todo lo que eso significa.

Por ello, hay que seguir atentos, y más cuando parece resurgir a raíz del burdo intento separatista de Cataluña, la vieja reivindicación de independencia de aquella región, en la que participan veladamente los nacionalistas junto a la izquierda abertzale. Solo los llamados partidos constitucionalistas se mantienen fieles al estatuto vigente, sin que rechacen el dialogo. Pero cuidado habría de tener Rajoy si finalmente consigue pactar con el PNV para apoyos puntuales en el Congreso que le permitan sacar adelante su Gobierno minoritario. Nadie da nada a cambio de nada, y los nacionalistas, que llevan años agazapados tras el fracaso del plan Ibarretxe, tratarán de aprovechar cualquier oportunidad que se les brinde y que les permita dar pasos adelante en su imposible objetivo, que ahora niegan.

La moción del PP, ha dicho la portavoz del grupo conservador, Clara San Damián, si es aprobada por la mayoría municipal representará el compromiso zamorano contra el terrorismo y su repulsa permanente. Tanto en Madrid como en otras varias ciudades de España existen ya lugares públicos con esta denominación. Y en Zamora pueden encontrarse espacios a los que dar el nombre del asesinado concejal de Ermua. A la gente, en general, no le gusta que se dé el nombre de calles a políticos o a personas relacionadas con la política, sobre todo para evitar que otro día pueda llegar al poder alguien que las quite y cambie por otras de su cuerda, como con tanta frecuencia ocurre, lamentablemente. Pero este hay que convenir que es un caso singular y que debe aunar voluntades democráticas por extremas que sean. Se dice que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla.